Eduardo Villatoro

Todavía no he desistido. Sigo considerando que en lo que atañe a las elecciones legislativas y de corporaciones municipales, debe insistirse, sobre todo si, como es probable, los diputados no cederán ante las presiones de toda clase, y aunque llegasen a aprobar reformas de fondo a la Ley Electoral y de Partidos Políticos estos cambios no entrarían en vigencia hasta dentro de cuatro años, y consiguientemente, si también se le concediera categoría de vinculante al voto nulo, tampoco sería útil en los comicios previstos para septiembre.

Lo ideal sería que las reformas a la LEPP se aplicaran en las elecciones generales de este año, porque entonces, por ejemplo, se aplicaría el voto nominal en vez del voto por planilla, además de que no podrían participar parlamentarios que buscan su reelección por tercera o cuarta ocasión. Y si en dado caso se tomara en consideración para efectos de los resultados oficiales el número de votos nulos, siempre que fuere mayoritario, vale la pena reafirmar la posición respecto a anular todas las papeletas, como lo propuse desde hace meses, al observar que la mayoría de los llamados legisladores y con antecedentes y actuaciones bochornosas persisten en alcanzar un nuevo período.

Si como la realidad objetiva lo refleja, el Congreso no enmienda la LEPP, lo más sensato es que los guatemaltecos que estamos hastiados de la indecencia de los actuales diputados, optemos por anular nuestro voto, no sólo como demostración de protesta sino para restarle legitimidad a los políticos electos, en rechazo a los diputados que se obstinan en su reelección en la Cámara, básicamente en lo atinente a los supuestos representantes de los distritos que incluyen a la ciudad capital y el resto de municipios del departamento de Guatemala, así como en los centros urbanos en los que el acto de sufragar es más consciente y selectivo, y habida cuenta que el voto rural ya está comprometido con los partidos pródigos en demagogia y promesas.

Quedan pocas semanas para que pueda registrarse un inusitado viraje en el Congreso, pero los antecedentes inmediatos enseñan que los diputados difícilmente estarían dispuestos a renunciar a sus privilegios, de manera que conviene insistir con seriedad y profundizar en proponer el voto nulo especialmente en el evento legislativo y si se mantiene la modalidad de plantear candidaturas de congresistas por planilla.

En lo que atañe a los candidatos presidenciales, hay una o dos opciones que podrían desplazar de sus condiciones de favoritos a los aspirantes más detestados, o por lo menos, considerar a uno de los que no tiene la cola machucada y que se ubica en los sondeos en la tercera posición -por el momento-, pudiendo disputar la segunda vuelta y derrotar al presidenciable que aparentemente viene de picada.

(El piloto Romualdo Tishudo le pregunta su jefe, diputado de cuatro períodos, cuál es su libro preferido. El erudito legislador replica: -Yo no leo porque la lectura perjudica la ignorancia).

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