Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Los mafiosos del país que están en todas partes, pero en especial en los tres poderes del Estado y que han sido capaces de tejer alianzas con algunos militares y algunos miembros del sector privado para perfeccionar una red de saqueo del Estado, están preocupados porque a pesar de que se prepararon cooptando prácticamente todas las instituciones del Estado, pero especialmente las del sector justicia, nunca pensaron que iba a llegar el día en que a alguien se le ocurriría desafiar el status quo.

El editorial de La Hora del día martes decía: “Los políticos que han estado en la jugada no saben si en quince días, en quince horas, en quince minutos o en los próximos quince segundos, aparecerán entre los listados de aquellos cuyo antejuicio se solicita para investigar actos de corrupción. Pero cada día están más seguros de que de ésta no se libran y los ciudadanos tenemos que pensar que habrá que ir desalojando a las fuerzas armadas del Mariscal Zavala para que allí puedan albergar a los miles de sinvergüenzas que tienen que enfrentar proceso judicial.

A lo mejor ni siquiera hay necesidad de plantear una acción firme para disolver poderes del Estado, porque los mismos se irán quedando sin titulares por los señalamientos tan concretos que se van haciendo en contra de ellos. Puede ser un proceso un poco más largo, pero evidentemente será positivo ver que todos aquellos que se sintieron superiores a la ley, que se burlaron de las aspiraciones de la gente, que se enriquecieron con el dinero que debió servir para atender a los más pobres, terminen tras los barrotes de las bartolinas cuarteleras. Mejor sería que terminen junto a los mareros y sindicados de extorsión, pero hay que reconocer que si vamos tras todos los sinvergüenzas, no van a alcanzar las cárceles del país y probablemente ni siquiera los cuarteles.

La inmunidad llegó a ser tan grande que perdieron el decoro, la vergüenza y el cuidado. Hoy están expuestos como lo que son y merecen el castigo correspondiente”.

Y es increíble ver, por ejemplo, que los diputados están asediados con tanto señalamiento, pero aun así no quieren cambios al sistema, no quieren modificaciones a las leyes, no quieren cambios en las elecciones y lo mismo se puede decir del Presidente, que a pesar de lo que vive no se anima a denunciar al sistema con pelos y señales; igual ocurre en el Organismo Judicial, al punto que en lugar de respetar consensos en las propuestas de ley, presentan las suyas sin escuchar el clamor popular y eso sin mencionar que ni les interesa autodepurarse.

Los afectados por este cambio de actitud social, motivados por un verdadero funcionamiento de los entes investigadores y que inició con la denuncia de las juezas de la dignidad, creen que todo esto solo es un despertar de clase media, muy urbano y que la población rural del interior es ajena y en parte eso es lo que los hace seguir siendo cínicos e indiferentes y por ello han concentrado la campaña electoral básicamente en el Interior, pero no hay que olvidar que nuestra gente del área rural puede haber sido marginada y dejada sin educación a propósito, pero no es bruta y sabe que esa falta de oportunidades que les acecha se debe a esos pactos de impunidad liderados por la clase política que solo piensa en enriquecer sus bolsillos.

Este momento tan importante y decisivo en la historia del país, en el que también se empieza a ver un necesario cambio de actitud de la Comunidad Internacional, demanda una actitud más comprometida de todos nosotros que implica entender que a Guatemala no le bastará con meter a la cárcel a los mafiosos, sino que, además, necesitamos nuevas reglas del juego que nos hagan soñar que la Guatemala de la eterna primavera para todos, es alcanzable.

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