Eduardo Blandón

Los diarios amanecieron hoy en sus páginas de opinión señalando a los magistrados venales y se les califica, no sin razón, como los señores de la impunidad. Eso son justamente cuando venden sus decisiones al mejor postor, por ventajas pecuniarias o la permanencia en sus puestos de trabajo. Son seres miserables para quien cuenta únicamente el provecho personal.

Más allá de ello, sin embargo, debemos examinar si nosotros mismos no avisamos en nuestra personalidad rasgos de esos vicios que condenamos en otros. Me refiero a fisuras de carácter moral que nos hace propensos a compartir con los cafres esa decadencia personal. Pongamos algunos ejemplos.

No dejo de ser “señor de la impunidad” si, por ejemplo, al ser maestro me dejo arrastrar por líderes de reconocida doblez moral (por decir lo menos). Cubro con mi silencio cómplice los descalabros que reconozco y hasta los defiendo a capa y espada por proyectos personales egoístas: aumento de sueldo y/o ventajas singulares reprochables.

Algún nivel de impunidad defiendo o comparto de manera cómplice si callo en las oficinas públicas o en las privadas, las triquiñuelas con la SAT o las estrategias mañosas para aprovechar las debilidades del sistema. No dejo de ser un poco venal si por asegurar la comodidad de mi sueldo mensual, finjo estar distraído o ceguera para dejar que el mal se propague.

También soy un tanto impune cuando dejo solo a los “locos” protestar los sábados. Si me quedo en casa justificando el sin sentido de las marchas y hasta defiendo mi poltronería argumentando falazmente que los manifestantes pertenecen a la izquierda o están manipulados: son tontos útiles. Mientras me siento persona dotada intelectualmente viendo el clásico de fútbol español.

Evidentemente, usted no tiene mucho que ver con el descalabro de los auténticos saqueadores del erario público. No pertenece a la organización de “La Línea”, ni conoce (para su fortuna) a la Baldetti ni a Pérez Molina. Tampoco es un magistrado venal. Pero, eso sí, a la larga, si lo piensa, usted (y yo), tenemos que ver con lo que está sucediendo y conviene, por todos, no hacernos los desatendidos.

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