Estuardo Gamalero

«La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados» Groucho Marx
El sistema electoral y de partidos políticos, es una cuestión secuestrada en el tiempo, en donde los captores no le han permitido evolucionar al ritmo y exigencias de la ciudadanía. La mayoría de actores políticos que han dirigido el sistema desde 1986, lejos de fortalecer dicho sistema, se han servido de las oportunidades y provocaron que el mismo sea muy débil para filtrar candidatos no idóneos, conductas ilegales e inmorales y por supuesto para sancionar el financiamiento ilícito.
A pesar de todo esto, la ciudadanía ha venido participando en las elecciones generales e incluso los niveles de afluencia en el 2011, son quizás los más altos en la época democrática (cerca del 70%). Dicho en otras palabras, el pueblo ha visto “con miopía” al evento electoral, como una fiesta cívica por medio de la cual se tiene la opción de mejorar de gobernantes. Hago énfasis en el diagnóstico “con miopía”, pues los ciudadanos que votan (amos) parece que tenemos serias dificultades para enfocar bien los objetos lejanos, como por ejemplo: candidatos, planes de gobierno, promesas, ilegalidades etcétera.
Lo cierto del caso, es que la coyuntura de una crisis que empezó por temas jurídicos, escaló en denuncias y renuncias políticas, luego a presiones sociales y muy probablemente terminará en un problema de finanzas estatales para finales de este año o en el mejor de los casos enero de 2016.
En el momento histórico que atravesamos, se nos presenta en bandeja de plata la oportunidad de corregir el marco legal de grandes problemas transversales de Guatemala. Estos temas implican reformas a: Ley Electoral y de Partidos Políticos; administración de justicia; compras y contrataciones del Estado; Ley de Servicio Civil y Ley Orgánica del Organismo Legislativo.
En lo que respecta a la reforma de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, el TSE presentó en fechas pasadas al Congreso de la República una serie de temas que serían desarrollados de manera objetiva en una iniciativa de ley. Dicha propuesta temática me atrevería a decir, fue acogida fuertemente por las principales elites de pensamiento e incidencia del país (derecha, izquierda, arriba y abajo) y primordialmente ha venido siendo impulsada por la esencia del mismo pueblo soberano, me refiero a esas personas que incansablemente han salido a manifestar pacíficamente y que tienen un discurso de propuesta para mejorar el sistema, al contrario de otros bochincheros que yo denomino casiques del “antisistema” y que primordialmente buscan ocasionar un caos, bajo el entendido que cualquiera que se oponga a sus ideas son “enemigos de la democracia”.
La actitud del Congreso de la República al recibir la propuesta temática del TSE, fue desempolvar inmediatamente la iniciativa de ley 4783, la cual es una especie de Frankenstein jurídico, que formuló el mismo Congreso hace cerca de dos años para acallar el requerimiento social de aquel entonces y que para sorpresa de varios diputados le concedió el visto bueno la Corte de Constitucionalidad en muchos temas.
Bajo el entendido que el TSE es la autoridad suprema en materia electoral y cuyos miembros no forman parte de partido político alguno, supongo que hubiese sido más sabio y más honorable esperar la iniciativa del Tribunal y no convocar a mesas y reuniones de trabajo para abordar el fenómeno del Frankenstein 4783. Qué intenciones tuvo y tiene el Legislativo no sé, pero con dos dedos de frente no es muy difícil conectar los puntos.
Lo que deseo con esta columna de opinión es decirle a la población, que durante un mes el TSE ha recopilado opiniones y recomendaciones de los tanques de pensamiento e incidencia más importantes del país, excelentes ideas de gente de izquierda y derecha, la academia y me atrevo a decir que en un 90% convergen las mismas propuestas.
El liderazgo del TSE se está dando al saber articular y hacer propias, las ideas más fundamentales que resuelvan problemas, no obedezcan a intereses ideológicos y por supuesto que no se pretendan imponer bajo amenazas o coacciones. Hay temas que si bien se reconocen válidos por el entorno y desesperación ciudadana, los mismos constituyen serias ilegalidades y violaciones espantosas al marco Constitucional, de los cuales el TSE no puede ser cómplice.
Sepan que la iniciativa del Tribunal aborda entre otros: el fortalecimiento de las normas y sanciones relativas al financiamiento; poderes de fiscalización; límites a la reelección de alcaldes y diputados; efectos vinculantes del voto nulo; mayores responsabilidades a los dirigentes y órganos internos de los partidos políticos; participación de Comités Cívicos Electorales para diputados distritales; apertura democrática que contrarreste la discriminación tanto a lo interno de las organizaciones políticas, como en los listados para cargos de elección popular; trasfuguismo (sin invadir el principio de separación de poderes); coordinación de tiempos y espacios publicitarios en medios de comunicación en campaña electoral, respetando las garantías constitucionales atinentes.

Artículo anteriorLos señores de la impunidad
Artículo siguienteEconomía de los partidos políticos