Dra. Ana Cristina Morales Modenesi

Cuando las palabras se usan de manera reiterativa y lo que desean transmitir no llega a una conclusión final, ni a poner en marcha una acción que encamine su significado, es de considerar su desgaste.

Las palabras fueron hechas para nombrar todo lo referente a la vida y al mundo. Como representaciones mentales de ideas y pensamientos. Para podernos comunicar y entender unos con los otros. Pero el silencio, también constituye una manera de establecer la transmisión de pensamientos, emociones y apoyar o no acciones.
Hay palabras que duran para toda la vida y se asientan como un cuerpo extraño en nuestros corazones. Las palabras que hieren, que duelen, que son producto de la indiferencia, el rencor y el odio. Y como cuerpo extraño, el ser que las escucha o las ha empleado en su lenguaje, trata de retirarlas, pero le resulta una labor casi imposible. Porque una vez ya dichas, nada se puede hacer.

Hay palabras que expresan amor, que se anulan con conductas agresivas y de desamor. Hay palabras chispudas, inteligentes que nos conducen a reír. Pero el contexto de dónde, cuándo, cómo y quién expresa las palabras, les da también la connotación de su significado verdadero.

El escritor Julio Cortázar decía: “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”. Las palabras se gastan: “si algo sabemos los escritores es que las palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse, como se cansan y se enferman los hombres o los caballos. Hay palabras que a fuerza de ser repetidas, y muchas veces mal empleadas terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad.” / “sabemos muy bien cuáles son esas palabras en las que se centran tantas obligaciones y tantos deseos: libertad, dignidad, derechos humanos, pueblo, justicia social, democracia, entre otras. / “sin la palabra no habría historia y tampoco habría amor: seríamos, como el resto de los animales, mera sexualidad. El habla nos une como parejas, como sociedades, como pueblos. Hablamos porque somos, pero somos porque hablamos…”/

Mario Benedetti expresó acerca de este tema: “No me gaste las palabras/no cambie el significado/mire que lo que yo quiero/lo tengo bastante claro/si usted habla de progreso/ nada más que por hablar/ mire que todos sabemos/ que adelante no es atrás.”

Es de considerar que el desgaste de las palabras se acompaña en un buen número de ocasiones de la intención de engañar. De no hablar de manera clara, de crear ilusiones sostenidas, sin intención de cumplir promesas realizadas. De manipular buenas conciencias, de someter a personas con fines provechosos. Y para juste, algunos políticos ya no tienen la conciencia de lo que transmiten y creen que ninguno puede entender el lenguaje subliminal de su grotesco juego de palabras. En donde incluso, a algunos, el inconsciente les delata y se comportan con torpeza vergonzante al realizar sus discursos.

Pero también es triste que grandes palabras y expresiones como: esperanza, solidaridad, valor, honra, patriotismo, justicia, proyección social, dignidad, vida, salud, Dios, amor, verdad, se mancillen con el perjuicio de su desgaste. Las palabras necesitan de coherencia para ser creíbles y nuevamente recobren su sentido original.

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