Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Lo que ahora está padeciendo el IGSS tampoco ha ocurrido por ignición espontánea, pues lleva tiempo de estar sirviendo de piñata a los gobiernos que ven en las entidades del Estado un sitio ideal para dar empleos a quienes trabajaron en la campaña electoral que los llevó al poder o para recompensar de una y mil maneras a quienes financiaron la misma. Por favor, si en verdad queremos cambiar el sistema ya no andemos más con mojigaterías, acostumbrémonos a hablar con la verdad y no con rebuscado palabrerío pretendiendo tapar el sol con un dedo. Sobran los dedos de la mano para contar los gobiernos que han llegado al poder para apoyar el régimen de seguridad social, el que casi desde su inicio se ha venido sosteniendo por los aportes patronales y de trabajadores del país, pues el Estado, salvo contadas excepciones, siempre ha incumplido sus deberes.

El IGSS podría ser una entidad estupenda para demostrar que el gobierno de turno esté poniendo en práctica con honestidad sus planes para lograr el desarrollo y bienestar de los trabajadores. ¿Qué más quisiera un buen gobernante que recibir el reconocimiento de las fuerzas laborales del país porque son atendidos como se lo merecen por sus contribuciones a los diferentes programas, con puntualidad, eficacia y el respetuoso trato por ser un derecho adquirido? Pero esto se ha negado por tantos que han llegado a ocupar cargos en el IGSS para perjudicar sus finanzas con una corrupción cada vez más descarada, mientras las prestaciones en dinero y en servicio no han guardado el debido nivel acorde a las necesidades y carencias de la población trabajadora.

La figura de Presidente de la Junta Directiva del IGSS se transformó al punto de ser el “todo poderoso” que quita y pone cuanta cosa le estorbe o beneficie a sus intereses. Basta conocer su ley orgánica para entender que la directiva es la autoridad suprema, como cuerpo colegiado, para dirigir sus actividades y no el Presidente, puesto que la Gerencia es el órgano ejecutivo que tiene a su cargo la administración y su gobierno. Al cambiar estos principios, surgió la transformación de una presidencia que dispone a quién, cómo, dónde y en qué condiciones se realizan todo tipo de contratos de toda índole fuera para la adquisición de insumos, prestación de servicios, de tipo laboral y cualquier otra que la ambición invente. Por ello insisto en que para seleccionar a quienes ocupen cualquier cargo directivo o ejecutivo del IGSS no debieran ser politiqueros sino al contrario, profesionales, técnicos o gente conocedora a fondo de los nobles objetivos que persigue el régimen de seguridad social, no sus personales intereses.

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