Miguel Saquimux Contreras

Seguramente, después de la baja en la efervescencia social que se manifiesta paulatinamente en Guatemala, es fácil asegurar que la silla presidencial seguirá sin cambios hasta que finalice el período en 2016. Sectores a favor, otros en contra, algunos de los mismos fragmentados, muchas personas indecisas, y otras lapidariamente aprueban lo que pasa en el país, en fin, existen de todas las posturas en este abanico de posibilidades; pero, eso sí, desgastándose cada día más la legitimidad del sistema de Gobierno.

En principio parece no tener impacto alguno, o por lo menos eso imaginan quienes llevan al límite estas situaciones, puesto que, no se vislumbra por donde pueda conectarse esa válvula de escape a la crisis en que se ha entrado, después del destape de corrupción que se dio ya hace más de un mes. Es decir, seguimos en una dinámica negativa, que afecta a todos los agentes económicos, aunque el más perjudicado no acepte, o sencillamente no desee dimensionar el daño que origina en la economía.

A estas alturas del partido, ya no se sabe que es lo mejor para el país, porque estamos en un choque de posturas, de quienes pretenden votar las reglas del sistema global existentes, de quienes lo desean hacer parcialmente y el restante segmento que se han manifestado abiertamente como prosistema. Polarizados, y con casi nulas posibilidades de hacer inmediatos acuerdos, se encuentra acorralada esa masa progresista que despertó en estas semanas, cediendo grandes espacios conquistados, por el mismo abandono que se fue dando uno a uno.

Lo lógico es seguir con el curso constitucional, seguramente los fanáticos del orden de este tipo estarán satisfechos que avanza todo con normalidad. Pero, a veces lo ilógico es necesario para darle lugar a la legitimidad, misma que tanto añora el sistema actualmente; porque se desea seguir en lo mismo con iguales reglas, pero, se desean alcances distintos, algo imposible desde la primera impresión.

Entonces, seguiremos avanzando ininterrumpidamente, como lo mandan las reglas del juego, dado que no tuvimos oportunidad de frenar las revoluciones del motor, tan siquiera para encontrar ese correcto impulso. En frío es cuando se hacen las cosas idóneamente, pero, lo real es que en temperatura elevada lo prefieren los enemigos del cambio, algo que a lo largo de la historia se ha demostrado.

En esta economía de confianzas, es imposible intentar aglutinar o atraer capitales sanos, que no infecten el andamiaje económico (más de lo que ya se encuentra), si continuamos con la forma en que se ha administrado el país. Si se desea un nivel aceptable de buenos capitales, es menester empezar por direccionar correctamente los rumbos del país.

Es difícil creer que los que siguen apostándole llegar al poder en los actuales comicios aún no se den cuenta que esta situación daña su posible próximo mandato, demeritando algo que podría generar ingobernabilidad y por lo tanto, un seguro fracaso de su período. Pero, tal vez me equivoco, porque aplican, que lo ilógico es lo que sacará adelante al país, y sobre esa dinámica construyen el proyecto de nación que apuestan.

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