Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo… y por los mismos motivos.
George Bernard Shaw

Soy una persona eminentemente institucionalista, creo en las instituciones y en la ley, ya que las instituciones son buenas, las malas son las personas que las dirigen, al igual que la ley, el espíritu con que fueron creadas las de hace treinta a más años, tenían un ideal sano, pero recuerdo que desde época del PAN, ese espíritu se perdió, y hoy responden en su mayoría a intereses particulares, más que a los de la población.

El actual momento que vivimos es histórico, ya que la población se ha manifestado pacíficamente exigiendo reivindicaciones más que legítimas y necesarias, pero existe un dicho popular “Que no por caminar más ligero se llega más rápido”, y aunque todos los guatemaltecos desearíamos que de un tajo cambiara un sistema más que corrompido, los cambios de fondo para mejorar las instituciones deben darse dentro de un marco que cumpla varios elementos: 1) Los cambios necesarios deben realizarse con el concurso de todos los sectores, que nadie quede afuera que todos participen.

2) Esos cambios tienen que ser con vistas a largo plazo, no como los que ha realizado desde hace años el Congreso con una visión cortoplacista, para que dentro de diez años no tengamos que vivir el mismo problema.

3) Los mismos deben ser profundos, tratando de no dejar ni un solo agujero por pequeño que sea para que se pueda eludir la ley o evadirla, como ha sucedido siempre, situación que nos ha tenido de rodillas durante no se sabe que cantidad de años.
4) Esos cambios no debe hacerlo, ni el presente del Congreso, ni la actual llamada sociedad civil, deber surgir nuevos actores, que demuestren probidad, desde su declaración patrimonial, como su actuar de vida, porque si los mismos siguen en lo mismo, tendremos más de lo mismo.

Uno de los pilares fundamentales de toda democracia es el respeto a las instituciones, y cuando hablamos de instituciones no solamente nos referimos a instituciones, no lo hacemos solamente a cada una de las organizaciones fundamentales de un Estado, nación o sociedad, también nos referimos a las jurídicas que le dan el soporte legal a las primeras, pero ante todo el cambio sustancial interno de las personas que harán posible el cambio, y dirigirán las mismas.

La evolución de nuestra sociedad no puede plantearse a la ligera si queremos que perdure, debe ser a paso seguro y firme, pero consensuado y razonado.

En lo personal, creo que el problema fundamental es de la clase de personas que ejercen la función pública, desde el que atiende la ventanilla, que se inventa su propio criterio para regresar al administrado, hasta cinco veces porque no le proporciona la información completa, hasta las cabezas de los tres organismos, pasando por mandos medios y altos, ya que desde hace años llegar a ocupar un cargo en el Estado se ha convertido en volverse un nuevo rico, porque se perdió la mística del servicio que tenían nuestros mayores.

La protesta a mi criterio debe continuar, pero se debe entender, que los cambios para que sean efectivos, no pueden realizarse con la prontitud con la que quisiéramos, ya que una sociedad tan heterogénea como la nuestra es difícil que se ponga de acuerdo, cuando se está refundando un Estado que ha caído al precipicio como el nuestro.

No soy partidaria de la violencia de ningún tipo, así como de la burla al que piense diferente, tampoco, de que si quienes han ejercido el poder han violentado nuestro Estado de Derecho, y se han pasado la Constitución por el Arco del Triunfo, se justifica que no respetan nuestra Carta Magna y a nuestras instituciones, ya que los responsables son: 1) Quienes han abusado del poder concedido por los ciudadanos, y 2) Quienes lo hemos permitido.

Por lo que no se justifica fomentar el abuso, porque otros así lo hicieron, ya que seríamos iguales o peores que ellos, por conocimiento de causa.

 

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