Oscar Clemente Marroquín
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No obstante que las expresiones de la población resultan contundentes, vemos que no sólo la mayoría de diputados van tras su reelección, sino que casi todos los Alcaldes que han manejado con manga ancha los recursos de sus Municipalidades están ya listos para repetir utilizando los mecanismos que les permite la ley y la mala práctica política para asegurarse el suficiente número de votos para continuar medrando en el ejercicio del poder.

Con los diputados resulta virtualmente imposible actuar selectivamente para evitar las reelecciones porque el sistema de listados nacional y distritales no permite que la gente pueda eliminar a quienes están siendo reelectos. Aunque el cabeza de planilla sea alguien nuevo (que por supuesto también compró su curul y hará lo que haga falta para recuperar su inversión) tras él aparecerán aquellos que ya han pasado uno o varios periodos en el Congreso y cuya actuación es de las que han provocado ese rechazo que hoy se siente hacia los integrantes de un poder legislativo con tan poca representación popular que la gente desconfía de cualquier ley que emita o reforme ese pleno desprestigiado.

En el caso de los Alcaldes, desde que se aprobó la reelección para ese puesto, en todos los municipios se hace uso clientelar del aporte constitucional que se traduce en muchos millones de quetzales que se manejan con criterio eminentemente político. No es casualidad que ninguna Municipalidad del país se haya preocupado por usar esos recursos para implementar planes de largo plazo que aseguren el desarrollo urbanístico y el bienestar de los vecinos, puesto que a los Alcaldes en general les interesa el negocio, por un lado, y por el otro la implementación de esos programas clientelares que les generan los votos necesarios para mantenerse en el puesto. No de otra forma se puede explicar que funcionarios notoriamente corruptos y absolutamente incapaces para resolver los problemas fundamentales de sus Municipios, sigan siendo reelectos una y otra vez con total facilidad.

No se crea que únicamente la Municipalidad de Guatemala se maneja sin criterio urbanístico y a base de caprichos y berrinches. Casi todas las municipalidades del país han copiado el modelo de que sin solucionar seriamente problemas tan graves como el abastecimiento de agua, el ordenamiento urbano, el saneamiento y la vialidad, pueden seguir una y otra vez ganando en las urnas porque se dispone de una masa electoral alineada a punta del clientelismo.

Obviamente una de las reformas más urgentes del sistema político es la de ponerle coto a esas reelecciones que en un marco de impunidad y corrupción son una absoluta aberración de la democracia. Pero para este proceso que algunos defienden a capa y espada como una defensa del «sistema democrático», no hay forma de contener a los voraces que van tras su reelección porque la legislación vigente (impulsada por ellos mismos) les ampara y facilita el trabajo.

Así es que aunque todos estemos claros de la corrupción que hay y en la que han caído diputados y alcaldes, preparémonos para verlos seguir en sus puestos porque hasta en los movimientos que se quieren presentar como opuestos al modelo, aparecen en listados para ser reelectos.

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