María José Cabrera Cifuentes
mjcabreracifuentes@gmail.com

La migración de guatemaltecos en búsqueda de oportunidades a Estados Unidos ha sido un tema de impacto en diversos ámbitos de Guatemala, siendo los más importantes el social y el económico, que se ven moldeados fuertemente por este fenómeno. Tanto para el país norteamericano como para Guatemala, la migración de indocumentados se ha convertido en un tema estratégico cuyo abordaje no puede ser adscrito a la coyuntura sino que debiese analizarse desde una perspectiva más amplia tanto en su contenido como en su temporalidad.

El anuncio hecho la semana pasada por el presidente estadounidense Barack Obama, puede representar una llama de esperanza en alrededor de la mitad de migrantes de todas las procedencias en Estados Unidos, sin embargo, está lejos de ser la reforma integral ofrecida al electorado latino por el presidente Obama. Es más, que la medida se haya decidido a través de una acción ejecutiva, evidencia el fracaso de la misma y las opiniones aún muy divididas e imperantemente negativas con respecto a los migrantes dentro de Estados Unidos.

Sin embargo, aunque el decreto pueda significar un alivio para las personas que califican para ser beneficiadas por el mismo, éste dista demasiado de convertirse en una solución definitiva. Basta echar un vistazo al pasado para darnos cuenta de cómo acciones similares han sido únicamente paliativas. La amnistía concedida por Ronald Reagan en 1986, por ejemplo, si bien significó una oportunidad para alrededor de 3 millones de migrantes para regular su situación migratoria, en el mediano plazo y debido a la replicación del fenómeno de la migración no queda en más que una añoranza del pasado con frutos escasos en el presente (los que rindió a los beneficiados en ese momento). De igual forma el TPS concedido por Estados Unidos a El Salvador, Honduras y Nicaragua, ha tenido beneficios limitados debido a su misma naturaleza, por mencionar algunos casos.

La reforma migratoria, no obstante, no concluye aquí. Probablemente esta medida signifique al presidente Obama la recuperación de una porción importante del voto de los latinos, quienes han recibido la noticia jubilosos y como un gran avance. Tarde o temprano comprenderán que el mecanismo es equiparable a un caramelo mimetizado de un banquete para saciar su hambre pero, que a la larga, no es más que una ilusión.

Si el panorama de la materia es de por si oscuro, nos debemos preparar para uno peor en el término del periodo gubernamental de Obama quien, según todo indica, muy probablemente será sucedido por el candidato de los republicanos, quienes han sido los más reacios a la discusión de una posible reforma migratoria integral.

El tema migratorio es amplio y sobre todo complejo porque nos obliga, para entenderlo, a analizar las causas que dan paso a la búsqueda del sueño americano que a veces se alcanza y otras se convierte en una pesadilla. Son variables como la corrupción, la pobreza, la violencia y la resistencia de algunos sectores al desarrollo económico las que impulsan a construir sueños de oportunidades fuera de nuestras fronteras.

Lo cierto es que si bien Estados Unidos juega una parte fundamental, esencialmente en su trato hacia el migrante, el rol desempeñado por Guatemala es aún más importante. Mientras no existan las condiciones necesarias para el desarrollo económico, político y social, nuestros connacionales (y quizá hasta nosotros mismos) decidamos empacar maletas y aventurarnos hacia algún lejano país. Mientras esas condiciones sigan pareciendo inalcanzables, no habrá reforma migratoria que nos resulte suficiente.

Nota: La orden ejecutiva de Obama significa un alivio para algunos y debe aplaudirse, mi artículo no resta importancia a esta trascendental decisión, intenta únicamente plantear como necesaria una reforma holística y permanente.

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