Raúl Molina

El 20 de noviembre el Presidente Obama habló a su país sobre el tema migratorio. No fue fácil; debió perder el Senado hace dos semanas, para convencerse de que, sin enfrentar este fenómeno, los Demócratas estarán perdidos. Pérez, por su parte, prefiere hablar de la legalización de las drogas y no de ayudar a nuestros migrantes. También su partido será castigado en las próximas elecciones, no solamente por las y los migrantes (15%), sino que, más importante, por nuestros familiares y amistades.
Obama enfrenta la situación de que la Cámara de Representantes y el Senado estarán controlados por los Republicanos, enemigos de los migrantes del Sur: los latinoamericanos. De aprobar reformas a la Ley de Inmigración, buscarán la criminalización de los inmigrantes indocumentados y de quienes les apoyamos. Por esto, el Presidente anunció que hará uso, por primera vez en seis años, de medidas ejecutivas, que siempre pudo haber utilizado y no lo hizo, incluido el TPS para las y los guatemaltecos o el alto a la deportación de niños centroamericanos. Hoy, siente la presión política de humanizar las políticas y prácticas inmigratorias. Lo que planteó en su discurso es detener las deportaciones de cerca de los 5.0 millones de los 11.0 millones de inmigrantes indocumentados, lo cual felicitamos. Es positivo que, al fin, Obama reconozca el poder latino y trate de responder a sus exigencias. Pero lo que se propone queda muy corto de las expectativas y de las necesidades. ¿Qué pasará con los 6.0 millones que quedan excluidos? ¿Qué se hará con el incesante flujo inmigratorio del Sur, a menos que funcione un Plan Marshall para Mesoamérica? Apoyemos las medidas mínimas; pero exijamos mucho más.
En Guatemala, el Patriota nunca ha sabido cómo apoyar a nuestros migrantes ni quiere hacerlo. No los protege a su paso por México ni a su llegada a los Estados Unidos y mucho menos cuando regresan deportados al país. En el caso de niños y niñas, mientras que Obama promete “refugio”, Aldana y Baldetti sueñan con perseguir a sus padres. Por eso es que las y los ciudadanos que apoyan a nuestros migrantes deberán castigar al Patriota en las elecciones. Sin embargo, la crítica que hoy se les hace puede extenderse a todos los demás partidos si estos muestran el mismo desinterés frente a las necesidades de los migrantes. La prueba de fuego es ahora. En los primeros dos meses de 2015, antes de que se convoque al proceso electoral, el Congreso debe habilitar el derecho a elegir y ser electos de las y los ciudadanos en el extranjero. Exigimos esta reforma de la Ley Electoral: “Cinco casillas de la lista nacional de diputados propuesta por cada partido político serán destinadas para personas en el extranjero, que serán electas, exclusivamente, por las y los ciudadanos en el exterior. Para su elección, así como para elegir a Presidente, Vicepresidente y PARLACEN, las y los ciudadanos en el extranjero votarán en los sitios habilitados por los consulados de Guatemala, identificándose con el documento de identidad personal, el pasaporte o la tarjeta consular”. Llamaremos al voto en contra de quienes se opongan a esta reforma.

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