Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Desde mis primeros trabajos dentro del periodismo me impresionó una frase muy dura que decía que la libertad de prensa llega hasta el despacho del director de un medio porque éste es quien decide qué se publica y qué se deja de publicar. Siempre pensé que en el tema de las columnas de opinión eso no podía ocurrir porque aparte es la revisión que se debe hacer del material informativo para determinar la certeza, la calidad de la fuente y la precisión del dato y otra muy distinta lo relacionado con los puntos de vista personales de quienes ocupan espacios en páginas de opinión.
Cierto es que en algunos medios puede existir la política de evitar ciertos temas o promover otros por razones comerciales o intereses ideológicos, pero en el caso nuestro los reporteros no reciben consigna de ninguna naturaleza ni se les censuran noticias por tal tipo de consideraciones. Nos interesa, eso sí, que la información sea siempre balanceada, con versiones de los que están a favor o en contra de un tema, con el punto de vista de quien hace una denuncia y de quienes puedan verse afectados por la misma, pero tratando de ofrecerle al lector la más amplia gama de noticias posible dentro de las capacidades de nuestra redacción.
Tenemos una línea editorial y una postura definida sobre los temas sociales, políticos, económicos y culturales del país y la exponemos en la sección editorial todos los días, pero evitamos que esa postura ideológica influencie la parte informativa porque a la misma pretendemos darle la mayor objetividad posible, entendiendo que siempre que hay seres humanos en el proceso de traslado de informaciones, alguna carga subjetiva termina produciéndose.
Obviamente escribo todo esto porque el tema de la polémica tan fuerte desatada por la publicación de las columnas de Martin Banús ha generado también debate sobre si un medio de información puede o debe publicar opiniones como las del mencionado columnista. Y por supuesto que volvía recordar esa vieja frase que señalaba que en la mesa del director del medio terminaba todo lo relacionado con la libre expresión. Los artículos y expresiones que se publican bajo firma responsable son, precisamente por ello, de la única responsabilidad de quien los escribe, en el caso de los medios impresos, o de quien las dice en el de los medios electrónicos. De esa cuenta, no existe argumento alguno para que legal o éticamente, se permita a un director de un medio la censura de lo que bajo su firma expresa una persona. Lo mismo ocurre cuando alguien utiliza el espacio del medio mediante un campo pagado, puesto que a dónde iríamos a parar si los medios decidieran sobre el contenido de los avisos, sean comerciales, políticos o legales.
Cuando un director o editor censura a un columnista, se produce una ola de reacciones criticando al medio que recurre a tales prácticas y creo que es justificada la crítica, pero de la misma manera hay que decir que no podemos pretender, cuando algo que se publica nos molesta, que el director se convierta en el odioso censor.
Personalmente hay algunas columnas que se publican en La Hora que no me gustan ni comparto su punto de vista, pero respeto la opinión ajena. A lo más que puedo llegar es a rebatir públicamente los puntos de vista, pero no me gustó nunca ser censurado y no me gusta ser censor.