Fernando Mollinedo C.

La historia de Guatemala, nos dice que ha sido una sociedad coludida desde tiempos coloniales mediante la operación de grupos especiales que controlaron el poder económico, social y religioso y que ahora se materializan en grupos de delincuencia organizada, dentro de los que destacan aquellos que son parte de los llamados cárteles del narcotráfico y del tráfico de influencias.

La conspiración del mal es la formación de distintas organizaciones de mafiosos y coludidos. El escarmiento a la osadía de protestar contra el orden impuesto, se manifiesta en el país, sembrando y utilizando el terror para acobardar y atemorizar a la población civil, es decir, que es una acción sediciosa que beneficia al sistema excluyente de participación a la población pobre y campesina.

El alto grado de violencia con que demuestran su poder infundiendo miedo, los cataloga como industrias del terror, sembrando ejecutados con las más feroces expresiones en los decapitados, entonelados, desmembrados, ametrallados, baleados, mostrados a la población con sus cuerpos inertes que se exhiben ante el morbo popular y el sensacionalismo mediático.

Esa sedición pugna por derrotar al endeble sistema estatal y lograr en la lógica de los negocios ilegales, ganancias que no son producto de un trabajo honrado y digno; violentan el sistema y logran ganancias extraordinarias a costa de desestabilizar el orden social y público, y para ello cito como ejemplo, el desmantelamiento del Estado por parte de funcionarios y empleados gubernamentales con ultra hueveos en casi todas las instituciones estatales y el desmembramiento de la sociedad rompiendo su tejido social (San Juan Sacatepéquez).

La delincuencia (común, organizada y gubernamental) es cotidiana, tan habitual que creó indolencia e insensibilidad, opera con grupos paramilitares integrados por mercenarios, sicarios, empleados y funcionarios de gobierno contratados por las organizaciones criminales; que con su actuar delictivo en el sector administrativo y político marginan e ignoran las necesidades de la población necesitada (para muestra: la crisis hospitalaria).

Tal problemática, goza de abierta impunidad: el lavado de dinero sin tocar a las redes financieras que mueven los grandes capitales de los financistas políticos; los negocios de las concesiones a empresas transnacionales, la evasión fiscal de las empresas consolidadas.

¿Y qué decir de las estructuras políticas que brindan protección a la criminalidad en general? Los políticos reciben apoyo de los capos de la droga, y de los grandes negocios para su proselitismo, lo que equivale a ser comprados y una vez en los cargos de poder, actuar como sus agentes incondicionales para sus fines (ley de telecomunicaciones); eso es ya, de abierta aceptación popular desde hace muchos años en Guatemala (aumentos al precio del azúcar, maíz, frijol).

Las capturas realizadas pretenden revestir de legitimidad a los gobiernos de turno en aras de ganar la credibilidad del gobierno estadounidense, con la supuesta aplicación de legalidad y justicia, pero… las organizaciones siguen operando intra y extramuros dirigidas desde cualquier prisión del país.

 

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