Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“El egoísta se ama a sí mismo sin rivales”
Cicerón

El domingo se conmemoró el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín, un muro que no debió existir jamás, sin embargo, allí estuvo, primero en forma de vigilancia, ya que poco a poco fueron separando a Alemania en dos, hasta que la fatídica noche del 12 al 13 de agosto de 1961, sin previo aviso se construyó el muro entero, sólo quedó sin construir el 13 de agosto una pequeña parte con fuerte vigilancia por la policía, según informaciones de la época: “El gobierno de la RDA alegó que era un «muro de protección antifascista» cuyo objetivo era evitar las agresiones occidentales, y que la construcción del muro era consecuencia de la política de Alemania Federal y sus socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).” Decían desde la Alemania Oriental que ningún muro hubiera sido necesario si Berlín Occidental no fuera una «espina en el costado de la RDA», el muro será recordado como una forma de separar familias completas, amigos, amores y más.

Aunque el muro desapareció literalmente hace 25 años, las huellas del mismo existen y existirán como una manifestación de la soberbia, egoísmo y orgullo del ser humano, que no le permite darse cuenta, que ansiamos vivir en libertad, y que todas las personas tenemos libre albedrío y dignidad para vivir conforme a nuestros ideales, y formas muy particulares de pensar.

Desgraciadamente existen otro tipo de murallas tanto intelectuales como físicas, que creamos con el objetivo de no dejar pasar lo que nos atemoriza, o puede cambiar la existencia nuestra y de los demás.

¿Con cuántos murallones no se encuentra diariamente el individuo, que no le permiten crecer intelectualmente? Son demasiados, por ejemplo las diferencias de clase, tan marcadas en nuestra sociedad, y que no nos permiten más que ver de muy lejos el crecimiento tan ansiado.

Tuve la oportunidad de conocer las dos partes de Alemania, y existía una diferencia sustancial entre una y la otra, en una existía pujanza, y en la otra pobreza, por algo ha sido llamado “El Muro de la Vergüenza” porque nunca debió existir, sin embargo, al igual que otras muchas obras del ser humano, que dividen a grupos y familias se encuentran frente nuestras narices, y no hacemos nada por cambiarlas.

Muro de la Vergüenza, debería ser que exista una pequeña cantidad de niños bien alimentados, vestidos aunque no siempre bien educados, y una gran cantidad de niños que en el momento que usted lee el presente, están llorando por una migaja de pan, que nunca sabrán lo que es un juguete, pero si lo que es un machete, ya que ese es su instrumento de trabajo.

Así mismo ¿Cuánta niña mujer jamás sabrá que es una caricia, porque su cuerpo ha sido vendido, incluso por sus propios padres para mantener a sus demás hijos?

Demasiados muros hemos creado los seres humanos, con el objetivo de dividir a los mismos, sin darnos cuenta que las divisiones existenciales creadas nos hacen más vulnerables, porque nos hacen seres más solitarios, ya que todo tiene precio menos la libertad, y esa la tenemos coartada por muchos factores creados unos, y aceptados otros por nosotros mismos.

El Muro de la Vergüenza cayó hace 25 años, pero la vergüenza quedó, como fiel testigo de que no hemos aprendido a vivir en concordia con el que piensa diferente a nosotros, le odiamos en vez de enriquecernos con sus diferencias; tengo un amigo muy querido alemán que me lee, y me dice “No siempre estoy de acuerdo contigo, pero te leo siempre”, y tuve un amigo guatemalteco que se pronunció en Facebook a favor de una colega candidata al TSE, alguien preguntó por mi persona, y él se dijo mi amigo, pero que era de Lider, por alusión le contesté educadamente, y me borró de su lista de amistades, sé que no perdí nada, pero cuando lo entrevistan y habla sobre sus utopías, me da pena, porque él si tiene muros en su mente, como muchos más.

 

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