Cuando se habla de la forma en que se puede utilizar la manipulación para ejercer presión sobre alguna de las instituciones del sector justicia, generalmente se hace sobre bases conceptuales que son el resultado de la notoria falta de efectividad de un sector que ante la evidente descomposición del país no reacciona para ejercer castigo.

Lastimosamente nos hemos acostumbrado que en Guatemala mucha gente mata y no recibe castigo, otros se hacen millonarios en lo público y en lo privado robando o evadiendo mientras se les rinden honores, los beneficios generales se privatizan y nunca, pero nunca, se nota un castigo para quienes han convertido toda la operación del Estado en un centro de beneficio propio a costa de castigar a los ciudadanos.

Hoy estamos siendo testigos de un proceso en el que se señala a un diputado oficialista, Gudy Rivera, y un abogado asesor de la Registradora General de la Propiedad, Vernon Eduardo González Portillo, quien fue detenido ayer por la acusación de haber ejercido presión para la manipulación de un fallo en la sala de la que la doctora Claudia Escobar era parte.

Cuando se analiza el caso y la grabación que se presentó, queda en evidencia una manera muy coloquial de querer plantear como normal que se emita fallo manipulado porque quieren hacer parecer que lo que se ha hecho ha sido de buena intención y que no es correcto que se castigue a alguien.

Y esto nos da para pensar y terminar angustiados, porque si este fue el intento por manipular el fallo de una Sala de Apelaciones sobre una decisión del Tribunal Supremo Electoral de suspender a un partido y a su Secretaria General, ¿qué no se habrá hecho para manipular la justicia en casos de corrupción profunda o de protección a criminales organizados?

Porque es aquí donde se tiene que entender por qué hay tanto interés de los grupos de controlar los listados para las cortes. Con razón hasta se fundan universidades y facultades de cascarón para tener voz y voto en esta “administración” de la justicia que se convierte en una batalla de cúpulas por controlar los destinos del poder.

En Guatemala, como siempre lo decimos, con tal de proteger la corrupción es que no hay instituciones de justicia fuertes que combatan el crimen organizado. Por defender la corrupción terminamos viviendo en la impunidad. Y también es con este caso como podemos ir entendiendo que este problema, que viene desde muchos gobiernos atrás, es el peor que enfrenta el país. O dejamos que la justicia simplemente sea justa o seguiremos siendo ese país violento, con inequidad, pobreza y harta corrupción.

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