Juan Antonio Mazariegos G.

La edición digital del diario El País del pasado día miércoles, maximizaba la frase “os he escuchado”, atribuida al presidente Barak Obama mientras reconocía la arrolladora victoria del partido Republicano en las elecciones de mitad de periodo en Estados Unidos, frase que iba dirigida al pueblo de ese país que lo había castigado en las urnas.

Lo que sucedió en esa elección es que simplemente la popularidad de Obama no ha podido contrarrestar la insatisfacción de unos electores desencantados de la enorme cantidad de ofertas, propuestas y el poco cumplimiento de las mismas, en este ya su segundo ejercicio en el poder.

Ese caso es igual al que sucede con nuestros políticos y gobernantes, ajustar la oferta a la realidad cuesta y cuesta mucho. Siempre será más fácil vender alimentos, techo, trabajo y cualquier otro satisfactor de necesidades a los electores que preocuparse por pensar si esa oferta es factible de implementarse o no y es que la base del discurso de nuestros políticos pasa por superar cualquier oferta que el candidato opositor pueda ofrecer.

Por supuesto, el remedio en contra de esta avalancha de ofertas es la educación y eso queda demostrado en nuestros procesos electorales en los que aumentan los votos de los políticos populistas en relación directamente proporcional a la baja calidad de la educación en el interior del país o áreas marginales y de igual manera menguan sus votos cuando se contabilizan los emitidos en los distritos urbanos usualmente con mayor nivel educativo.

El problema, sin embargo, se acrecienta cuando los incumplimientos se suceden, se le suma la corrupción y la población lejos de castigar al político populista que ya ostenta el poder se desencanta de él, pero no razona que la solución a evitarlo es escoger candidatos que tengan ideas y propuestas quizás menos atractivas a primera vista, pero realizables y busca y vuelca su voto en otro político más polista aun, convirtiendo el proceso de elección en un interminable ciclo de miseria que se alimenta de la carencia de educación y de la existencia de necesidades insatisfechas.

Obama tuvo su castigo, Otto Pérez y el Partido Patriota también tendrán el suyo en las urnas y ojalá ante los tribunales, sin embargo, eso no soluciona nada si ellos y nosotros los electores no aprendemos; ellos, a escuchar a un pueblo que necesita un gobierno pragmático que busque de verdad resolver de fondo los enormes problemas que tenemos y nosotros, los electores, a entender que la solución pasa por implementar educación y conocimiento a todo nivel. Al final cada voto suma lo mismo numéricamente, pero un voto con una educación que lo respalde es un voto de calidad.

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