John Carroll

Qué envidia da ver el funcionamiento del sistema electoral de Estados Unidos, elecciones parciales de las cámaras y posiciones de gobernadores y alcaldes a mitad del período presidencial se constituyen en una garantía de alternabilidad en todos los niveles de poder del Estado lo que permite perfeccionar el ejercicio de la democracia y acercarse a los ideales de la republica de una manera muy eficiente.

Está claro que nuestro sistema muestra grandes errores de diseño si entendemos que no podemos entregarle el poder a los políticos bajo un marco legal que solo puede ser modificado con la anuencia de los mismos agentes de poder que administran el sistema actual. Ahora bien, si los guatemaltecos entendemos que al elegir a los autores y al aprobar el texto constitucional actual cometimos un gran error hace casi treinta años es necesario que tratemos de identificar cuál es la salida de este lío en el que nos hemos metido por acción, omisión o nacimiento.

A mi manera de ver existen solamente dos posibles salidas del problema. Ambas opciones presentan ventajas y desventajas que vale la pena evaluar para poder determinar cuál es la ruta de salida más adecuada y menos costosa para la sociedad además de evaluar los riesgos que cada camino nos pueda presentar. Como tanto se habla de Estado fallido, refundación de Estado y otros términos armagedónicos, apocalípticos, cataclismos y catastróficos, no podemos sino suponer que ese día en el que tengamos que tomar la decisión de cómo salir de este barullo se encuentra cerca y es imperativo que los guatemaltecos trabajemos duro para cambiar nuestro rumbo con soluciones de orden sistémico o que sigamos ignorando la realidad y que entonces el día del juicio, cuando topemos fondo, entendamos que solo nos quedará confiar en la capacidad e intenciones de aquellos que en ese momento escojamos erigir como líderes y refunden nuestro Estado.

Las opciones pasan precisamente por tomar acción hoy o procrastinar haciéndonos los babosos de lo que pasa hoy en día en nuestro país. Lo poco que queda vivo del sistema, muy contaminado, pero vivo al fin, es el sistema electoral. No queda otro camino -a menos que se quiera adelantar la revolución violenta, que de no hacer nada vendrá igual- que el de involucrarnos y participar muy de cerca en la vida política del país porque por más podrida que parezca hay que recordar que cuando los ciudadanos no se involucran en la política la política se involucra con los ciudadanos. Si se quiere evitar la revolución tendremos que involucrarnos políticamente con el Estado para garantizar que nuestras buenas intenciones, capacidades y sentido común permita formar una masa crítica de funcionarios de gobierno que logren tomar medidas profundas que permitan cambiar nuestro rumbo y que dificulten tremendamente que en el futuro volvamos a caer en el actual derrotero.

Los guatemaltecos que tengan capacidad deben de dar un paso al frente, los que busquen provecho corrupto deben abstenerse porque aunque parece que nuestra sociedad es en exceso permisiva, la inminente revolución no perdonará de igual manera. El día está cerca.

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