Eugenio R. Fernández
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La opinión que en esta columna expreso es responsabilidad mía y no refleja la opinión de mi esposa doctora Claudia Escobar Mejía.

A un mes de la renuncia y denuncia de Claudia Escobar, sobre el proceso de selección y elección de las Cortes, así como la intromisión y atropello sobre la autonomía del Organismo Judicial por parte del Legislativo y Ejecutivo; veo las reacciones de los magistrados de la Corte Suprema difusas, confusas y silenciosamente cómplices. A ellos es a quienes les compete pronunciarse de manera enérgica sobre los hechos que de forma directa violentan el principio a la independencia de poderes, el cual es el pilar donde se fundamenta cualquier República.

De todos es sabido que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) está controlada por al menos siete magistrados que votaron a favor del Partido Patriota y en contra de la resolución del Tribunal Supremo Electoral sobre la suspensión y Roxana Baldetti como Secretaria General del Partido Patriota, situación que fue corregida por la Corte de Constitucionalidad. A todos nos consta, que las Cortes están infiltradas por poderes políticos, pero principalmente por poderes fácticos y mafias dispuestas a avalar cualquier acto de corrupción de sus allegados, como se puede inferir por dicho fallo.

Mi reclamo va en contra de los buenos magistrados, los que en diversas oportunidades han apoyado a Claudia Escobar y los que la apoyaron en el proceso de elección, pues reconocen su valor, idoneidad y honorabilidad. Sé que este reclamo público a los buenos magistrado puede ser contraproducente, pero a estas alturas las cosas no se pueden tornar más oscuras para los que creen en la justicia, como pilar del Estado del Derecho, si se pierde esta batalla, tarde o temprano perdemos el país y nuestras opciones se limitaran significativamente.

Yo le pregunto a los magistrados de la CSJ que responden a su conciencia y no a intereses externos a quienes han luchado de forma anónima por su país: ¿Qué harán ante la injerencia de los otros poderes del Estado en el Organismo Judicial? ¿Defenderán su independencia? O por el contrario seguirán haciendo su mejor esfuerzo y trataran de construir defensas y contenciones limitadas, que ante semejante tsunami, terminaran sucumbiendo y perderán la institucionalidad del Organismo Judicial y del país. ¿Qué país dejaran a sus hijos? ¿Su descendencia vivirá en Guatemala? ¿Qué le van a contar a sus nietos? ¿Cuál fue su lucha? ¿Cómo defendieron su patria? En fin, después de cinco años de trabajo en la Corte Suprema de Justicia, ¿les heredan un mejor país? ¿O se lavaran las manos como Poncio Pilatos?

Señores magistrados, hoy es cuando se deben manifestar abiertamente y denunciar lo que ustedes saben y les consta. El pueblo de Guatemala los necesita, sus familias los necesitan. No podemos seguir con un Organismo Judicial sujeto a otros poderes del Estado y polarizado por cuestiones que son políticas y no legales. Hoy es el día que sus hijos y nietos los recordaran como aquellos padres que “lucharon un día, encendidos en patrio ardimiento, y lograron sin choque sangriento colocarte en un trono de amor”. Hoy es cuando la lucha por la justicia, la legalidad y la legitimidad se hace y se gana.

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