Francisco Cáceres Barrios
Me parece bien que el presidente Pérez Molina reconozca públicamente que ahora el país y su gobierno están atravesando lo que él ha dado en llamar “un momento difícil” pero ¿por qué su empecinamiento para no reconocer tantos errores cometidos? ¿Cuál es la razón que lo mueve para no combatir eficazmente al contrabando, causa fundamental de la merma de ingresos fiscales, cuando por su monto, razones y consecuencias no solo sería útil para lograr incrementos considerables en los ingresos que tanta falta hacen, sino que contribuiría a reponer en algo la confianza perdida? Seguir insistiendo en la estrategia de mantenerse en los medios de comunicación social hablando de logros que a la población no convencen, no solo representa más gastos innecesarios, sino que en vez de incrementar su credibilidad solo es útil para terminar de perderla, como para estimular el debate, la controversia y forjar la impresión cada vez más pesimista que se tiene sobre el futuro del país. Por ello creo que en las actuales condiciones solo cabe hablar con la verdad y nada más que la verdad.
El presidente Pérez Molina y sus colaboradores no pueden seguir ignorando que la gran mayoría de nuestra población en cuestiones de política, actúa o reacciona a base de percepciones, no de ofertas, promesas y peor todavía de aspiraciones de “salir adelante”. Nuestra gente no espera otra cosa que recibir los mejores servicios en salud, educación y seguridad ciudadana, pero desde el inicio del actual mandato solo ha recibido lazo y sebo, al igual que peores condiciones de seguridad ciudadana; tal vez un poco de mejoramiento o creación de infraestructura, pero orientada hacia una estrategia electorera y peor todavía cuando el sistema educativo sigue operando para satisfacer las demandas de un mal llamado líder sindical en beneficio de sus afiliados y no para beneficio de nuestra niñez y juventud.
Un gobernante que en casi tres años de ejercer el poder ha estado perdiendo la credibilidad, simpatía y confianza de sus electores, como de la población en general no puede seguir pretendiendo tapar el sol con un dedo. Resulta imposible ocultar que hoy estamos en el peor momento de nuestra historia en cuanto a corrupción se refiere, siendo la principal causa de la disminución de la capacidad ejecutora del actual gobierno, corroborado cuando recientemente el mismo primer mandatario denunció a su Ministro de Salud y ordenó la destitución inmediata de su Director de Migración. ¿Por qué entonces no permitir, como lo manda la ley, el libre acceso a la información para conocer hasta el último detalle de los procesos de compras y contrataciones del Estado durante su mandato?