Miguel Saquimux Contreras
Siempre estamos en constante comparación, máxime cuando existe una especie de modelos a seguir -hablando en términos de economía-, como lo son las actuales potencias mundiales. Nos encanta abordar los temas a nuestro favor, ya sea desde la posición de los funcionarios públicos o, incluso, desde el papel que desempeña la opinión –en todas sus versiones- en nuestro medio, pero, cuando estamos en las actividades cotidianas, resulta que son divergentes nuestras supuestas posturas y las acciones personales.
Recuerdo una ocasión, en donde escuche en un programa de opinión a un representante de nuestro sector privado organizado decir una verdad muy notoria, y él afirmaba que “en Guatemala pensamos que debemos hacer lo que hacen los países más desarrollados, sin pensar que lo que debemos hacer es, lo que hicieron esos países desarrollados cuando aún eran subdesarrollados”. Esto es algo tan sencillo que a todos seguramente les parece lógico, sin embargo, estoy convencido que todas las historias de desarrollo son distintas, y que cada país exitoso ha forjado su prosperidad de manera diferente, pero, también debe aceptarse que hay un factor común de situaciones esenciales que no pueden obviarse, y eso es lo que deberíamos tratar de imitar.
Cuando se revisan varias de las esferas, incluyendo la política y sus participantes, veremos que existe resistencia a tratar de aplicar lo que hacen los países del primer mundo, en donde podría señalarse que las reformas estructurales del sistema político se postergan constantemente; y es casi imposible pensar que pasaremos a un mejor escenario electoral. Pero, cuando se escuchan declaraciones de los principales actores políticos, todos coinciden que debe reformarse, pero cuando se intenta hacerlo, resulta que nadie apoya frontalmente esas propuestas.
Siguiendo en el tema de los funcionarios públicos, llama la atención la actual situación de desfinanciamiento de la cual son objeto las principales instituciones de gobierno, a lo que ellos mismos atribuyen, que la crisis pasa por el poco presupuesto con el que se cuenta, y que se trabaja con la misma cantidad de dinero que años anteriores. Cuando nos comparamos con lo que pasa en el primer mundo, y en esta ocasión quisiera referirme a uno de los países con mayor solvencia económica de la zona euro, como lo es Alemania, veremos ejemplos en donde Angela Merkel –canciller alemana- y su esposo, prefieren viajar en vuelos comerciales; situación que es casi imposible de pensar en Guatemala, porque aunque distamos mucho de la capacidad económica de los alemanes, nuestros funcionarios a lo largo de la historia no han apreciado desde la misma óptica estos detalles.
El sector privado no escapa de esto, puesto que, la poca responsabilidad social es un factor que afecta directamente al país, en donde cada vez se viene a menos con los beneficios que pueda brindarse a la sociedad. Está muy claro que las empresas se comportan muy distinto en los países denominados de primer mundo, que lo que esas mismas empresas o empresarios hacen y ofrecen en nuestras economías.
Cuando vemos todos los sectores, como la educación, la salud, etcétera; pasa lo mismo, sólo nos comparamos, pero nunca intentamos hacer lo que nos corresponde, sólo se queda en un discurso vacío, porque al final intentamos tener la vida del primer mundo sin siquiera acercarnos a la productividad individual que se posee en esas potencias.