En el Vaticano, la Santa Sede se está discutiendo si se aceptan a los gays y las lesbianas dentro de la Iglesia para que, según el Cardenal húngaro Péter Erdö nos ayuden, pues tienen “dones y cualidades’’ que pueden ofrecer a la comunidad cristiana.

En lo personal, yo no estoy en contra de quienes tengan preferencias sexuales diferentes a las mías, en lo que no estoy de acuerdo es cómo se comportan estas personas en los diferentes círculos de la sociedad.

Yo creo que si el Papa piensa en lo que ahora al Sínodo le propone a él y a la Iglesia y por ende a la congregación, tendría que meditarlo durante un buen tiempo, porque si se diera el caso que acepte lo que le proponen empezaría por pensar, primeramente en los niños y las niñas que reciben el Catecismo para poder hacer su Primera Comunión, porque estaríamos sujetos a pensar que las personas encargadas de impartirlas son posiblemente gays y por lo tanto no tendrían la vocación para hacerlo.

Pensarlo dos, tres y hasta cuatro veces sería lo más acertado, porque el aceptar una petición como esta se estaría poniendo en una posición no muy agradable ante los ojos no solo del mismo Dios sino ante el mundo entero, y en tal caso, estaría cayendo en el juego de los que están en contra de los principios de la Iglesia, entonces al aceptar esto sería como reconocer que está bien lo que algunos curas han hecho dentro de la Iglesia como, por ejemplo, las violaciones de algunos niños.

Entonces, tendrá que aceptar que los sacerdotes tengan la oportunidad de casarse (que sería lo más sano, para todos) y así evitar los abusos que se han enfrentado algunas mujeres en las diferentes iglesias de los países más grandes y supuestamente desarrollados: me imagino que también aquí en Guatemala, pero por no tener el valor suficiente no se hacen las denuncias respectivas.

El Papa tiene por delante la dura tarea de elegir entre seguir con los desmanes que muchos curas hacen dentro de la Iglesia, o volverle la credibilidad ya que la tienen por los suelos, porque bien sabe que muchos feligreses están desertando, por lo que viene sucediendo desde hace muchos años.

Este momento en el que la Iglesia necesita de nosotros, los feligreses tenemos que rezar por el Papa, para que DIOS le dé la fuerza necesaria para discernir de la mejor manera y así poder dirigir su pensamiento hacia lo mejor para la Iglesia y su congregación, y no deje de lado las necesidades de todos los católicos del mundo, porque de lo contrario sería la debacle para la ya lastimada Iglesia Católica con todos los malos manejos de los diferentes dirigentes de las parroquias.

En la Biblia está escrito claro que DIOS creó al hombre y la mujer para que fueran pareja, se multiplicaran y poblaran la tierra, no dijo hombre y hombre o mujer y mujer, así que si la Biblia es explícita por qué cambiar los cánones de la misma.

El Papa es el que tiene la última palabra, aunque como él dice ¿quién soy yo para juzgar al pecador?, pero tiene la potestad de decidir entre lo bueno y lo malo para la Iglesia, ya que se han escuchado de tantos abusos de parte de los curas, incluso hay algunos que les fue prohibido acercarse a una iglesia y mucho menos acercarse a niños para que no siguieran haciendo de las suyas.

Por eso yo he dicho que los sacerdotes no deberían tomar el voto del celibato, porque cuando se les despierta el deseo carnal no les importa con quién a quién hacen daño.

Recemos mucho, ayunemos, pero hagámoslo de corazón para que DIOS le dé la fuerza necesaria a las autoridades competentes de la Iglesia y para que el Papa sepa que tiene la confianza de los feligreses del mundo para que lleve a buen término este conflicto tan escabroso por el que está pasando actualmente la Iglesia.

Fredy Padilla
A -1-658223

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