Es importante que hagamos un alto en el camino para pensar en qué se ha gastado la plata que genera este tipo de vacíos presupuestarios para darles cobertura. Primero, debemos recordar que tradicionalmente el Estado ha sido el generador de ambientes de riqueza que no son acordes a un país como Guatemala en que la gran mayoría de su población se debate entre la pobreza y la pobreza extrema.

Sumado a ello, las políticas de contratación han sido sin base legal y por tratos que se hacen entre empresarios y funcionarios y que terminan generando una deuda que muchas veces es ilegal y, más aún, inmoral porque es sobre obras que están mal hechas, sobrevaloradas y/o innecesarias para el país.

Lo mismo sucede con la asignación de contratos como, por ejemplo, medicamentos en que estamos cansados de ver que el sobreprecio de los productos es descarado y se hace sin que importe si hay o no suficientes fondos para atender a pacientes de manera que parezca que atender sus vidas es lo importante.

Pero todo esto es parte de un sistema de negociar con la administración pública. Porque los colegios profesionales y entidades gremiales al amenazar con que no venden o no trabajan más con el Estado porque no les pagará sus contratos, pero no se les ha visto nunca con esa indignación ante la mala calidad ética de sus miembros que son los que han ordeñado la vaca por años, aun cuando no hay más pasto.

La primera gran medida que tienen que adoptar los funcionarios, es la transparencia en el gasto público y encontrar el nivel de adaptación a la realidad que vivimos. No puede seguir siendo fiel la administración pública para pagar los favores de financistas de campaña y de funcionarios que pareciera que tienen el sueño de transformarse en millonarios, mientras se sigue castigando a los ciudadanos en el servicio de salud, educación y seguridad.

Somos un país con muchas necesidades y tenemos que seleccionar la deuda. Que se le pague a quienes han trabajado bien y que se persiga a quienes solo han venido a ser parte del saqueo. Muchas de las empresas que amenazan, nos harían un favor no trabajando nunca más para el Estado.

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