Fernando Mollinedo C.

Aquí, pasa cualquier cosa y cuando pasa, no pasa nada, todo sigue igual; lo que hace que, con la indolencia de la población, la algarabía de los periódicos amarillistas, el beneplácito de los ladrones de cuello blanco en funciones, los extorsionistas comunes y los gubernamentales exigiendo coimas, comisión, impuesto a los particulares, a las empresas que venden su trabajo al Estado y hasta a los empleados menores para sufragar las fiestas de sus patrones; la vida siga igual… ¿Y qué pasó? ¡Nada!

Y no es cuestión de “percepción”, tal y como dice el Presidente de la República; no, no es “percepción”; es una realidad brutal que azota a la población sin que los aparatos de seguridad del Estado impongan orden, seguridad, confianza y el goce de la libertad de sus habitantes, podría entenderse entonces que la que mata, asesina, roba, huevea el dinero del Estado destinado para hospitales, educación y la terrible infraestructura vial ¿es la “percepción”?

El pan de cada día en Guatemala es: ejecuciones a diestra y siniestra de pilotos del transporte colectivo, escándalo de hueveo en tal y tal institución de Gobierno, las barrabasadas de los gobernantes en general desde el presidente, vicepresidente, ministros, dipugánsteres, alcaldes, jueces, magistrados y policías de todo rango; con ello, somos para el mundo, un país bárbaro.

Las experiencias vividas día a día son acumuladas en el imaginario popular, la más reciente supera a la anterior, al grado que ese escenario es parte fundante de la gran decepción social, asco natural y repulsa general hacia los equipos gobernantes incluyendo a los actuales.

Y lo serio del caso, es que ningún funcionario o empleado público se empeña en borrar tal “percepción” que le da a nuestro país el peor rostro de las películas de terror sanguinolento de impunidad, lo que hace levantar la voz para señalar que estamos hartos de tanta impunidad, violencia, corrupción y complicidad de los altos círculos gobernantes.

La impunidad reina por la complicidad –por comisión u omisión– de las autoridades de los tres organismos del Estado: Judicial, Legislativo y Ejecutivo, así como de la Corte de Constitucionalidad y Tribunal “Supremo” Electoral al dejar de cumplir con sus responsabilidades primarias para las que fueron electos, nombrados y/o designados; y el pueblo, aún sometido por el miedo, terror, olor a pólvora, a sangre y a muerte, permanece inmovilizado, mientras los delincuentes de toda estirpe, nacionales y extranjeros, militares y policías no se cansan de pisotear a la población.

Oj Alá, que este pueblo principie a levantar cabeza, erguir el cuerpo, alzar la voz, la mirada y decidirse a cambiar el estado de la situación actual, NO EL ESTADO.

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