Ricardo Toledo Palomo

Varios autores nacionales han escrito sobre Rafael Carrera, desde sus propias Memorias 1837-1840, publicadas por don Ignacio Solís (1906), y reeditadas por Francis Polo (IDAEH, 1979); hasta don Manuel Cobos Batres, en los varios cuadernos, bajo el título (Carrera, 1935), reeditados bajo el patrocinio de Álvaro Arzú Irigoyen y con prólogo del recién fallecido, historiador Ramiro Ordóñez Jonama, en (Escritos políticos de Manuel Cobos Batres, 2007), Clemente Marroquín Rojas (Morazán y Carrera (1971) y Federico Hernández de León (en varios tomos de El Libro de las Efemérides), entre otros.

Mientras que en fecha más reciente el investigador norteamericano, Ralph Lee Woodward, le ha dedicado un valioso, como ecuánime y detenido estudio, originalmente publicado en inglés, y en español bajo el título Rafael Carrera y la creación de la República de Guatemala 1821-1865, (2002), traducido por Jorge Skinner Klee, y que por su sumo interés ya lleva una segunda edición en español.

Grueso y sólido volumen esta obra, considerada como «…que ha dejado huella en la historia del continente americano» y de la que como se comenta en el propio texto de su solapa, cuando de ella y de lo que trata en particular, se dice así:

«Caudillismo. El culto a la personalidad del «gran hombre», ha sido una de las principales catalizadoras en la política centroamericana desde la conquista española. En Guatemala, donde esta pasión por los líderes carismáticos y enérgicos es especialmente fuerte, Rafael Carrera no tiene rival en la duración de su gobierno y la profundidad de su popularidad.

Con base en extensas investigaciones en los archivos centroamericanos, esta narrativa monumental y revisionista ofrece un relato balanceado y detallado de la época de Carrera y de su legado conservador. Ralph Lee Woodward Jr. explica las circunstancias políticas, sociales, económicas y culturales que precedieron y que posteriormente facilitaron el ascenso de Carrera, asimismo muestra cómo Carrera fomentó cambios que persistieron tiempo después de su muerte y mucho más allá de las fronteras de Guatemala.»

Viene al caso todo lo anterior, porque no obstante, tanto la referencia a la abundancia de estudios sobre el personaje histórico en mención, como por otra parte, el señalamiento de nuestra predilección por el caudillismo, el silencio ante el hecho del aniversario de la efemérides de su nacimiento, ha prevalecido. Sin siquiera conmover a las instituciones oficiales, o científicas, ni aún a los medios periodísticos, a dedicarle un merecido homenaje, al Fundador de la República, y por ende de las bases de nuestra nacionalidad, olvido que nada lo justifica, ni las banderillas políticas, y ni los mismos apasionamientos, que siempre nos han dividido.

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