Oscar Clemente Marroquín
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Luego vino la alianza macabra entre el Partido Patriota y el Partido Lider para secuestrar al sistema de justicia haciendo una elección de magistrados que tiene la finalidad evidente y obvia de perseguir la impunidad para los que saldrán y los que quieren llegar al poder en el país. Por si no hubiera sido suficiente el bochorno de las Comisiones de Postulación que ya habían manoseado y prostituido todo el proceso, la guinda al pastel la pusieron los dos partidos mayoritarios, enfrentados prácticamente en todo, al lograr un milagroso o mágico acuerdo a la hora de integrar la Corte Suprema de Justicia y luego las Salas de Apelaciones.
Fue tan burdo y terrible el acuerdo que ahora el partido Lider se trata de lavar la cara volviendo a los trancazos con los Patriotas y, la elección de la futura Junta Directiva del Congreso se convierte en manzana de discordia y causa de un penoso espectáculo ofrecido por los diputados y por quienes movilizaron a grupos de activistas afines al gobierno para convertir al Congreso en el mejor botón de muestra para evidenciar la ingobernabilidad que vivimos y la crisis en las instituciones del Estado.
Todo ello ha terminado de consagrar a la Corte de Constitucionalidad como el poder supremo que se abroga el derecho ya no sólo de defender la constitucionalidad, sino de actuar como poder constituyente al realizar antojadizas interpretaciones de nuestra Carta Magna, vicio que no viene de ahora sino que tiene penosos antecedentes como aquel en el que se ordenó la inscripción de la candidatura presidencial del general Efraín Ríos Montt a pesar de la claridad meridiana del texto que le impedía al exdictador optar por la Presidencia Constitucional de la República. Ello por no señalar que se ha convertido en todo el ordenamiento jurídico en una tercera y definitiva instancia que hace en el fondo decorativo el papel de la llamada Corte Suprema de Justicia que ha sido relegada a un tribunal inferior porque por la vía del amparo al final de cuentas todo asunto crucial termina sometido al conocimiento de la CC cuya función es proteger el orden constitucional, pero ha usurpado poderes legislativos por su forma de interpretar la Constitución y las leyes, y funciones judiciales porque terminó siendo una tercera instancia.
Un país cuyos poderes republicanos se encuentran tan deteriorados camina sin pausa a consolidarse como Estado fallido.