Hace un par de semanas, se podían sentar y pactar entre sí los dos partidos más grandes, mientras que el resto se sentía excluido de un arreglo para controlar las Cortes con una clara intención. Todas las bancadas, UNE, Todos, Lider y Patriota a la cabeza, saben cómo se utiliza el Congreso para repartir beneficios que permitan la manipulación de la institucionalidad en el país y es por eso que los pactos que hacen son el reflejo del irrespeto que le tienen a la ciudadanía y el compromiso con los poderes oscuros que mantienen el control del país.

Un representante ante el Congreso de la República debe ser la voz de un ciudadano en el foro político por excelencia para la construcción de la estructura legal del país. Una estructura que garantice que el sentido del Estado contará con las herramientas para continuar en la búsqueda del bien común.

Pero resulta que lo que nosotros tenemos son guardianes del botín, como vulgares delincuentes que están a cargo de cuidar la mercancía a los capos del crimen. Porque es un poder en el que no hay más que la protección de intereses oscuros sin que se recuerde que, aunque sea, hay que guardar las apariencias.

No podemos confiar en quienes decidirán sobre los encargados de administrar justicia durante los próximos años para castigar a los corruptos, criminales, etc. Tristemente son los que nombrarán al responsable de la Contraloría General de Cuentas de la Nación lo que significa la garantía de impunidad para los corruptos que mantienen saqueado el Estado.

¿Cómo vamos a confiar si nos dicen que por su medio o por los partidos políticos por los que están en el pleno es que puede pasar una reforma constitucional, porque al fin y al cabo es el sistema que los ciudadanos, con la sangre bien rala, han aceptado que sean sus representantes?

Lo ideal, sería demostrarles que no se les va a tolerar sus desplantes para hacer lo que les da la gana. Pero para eso tenemos que ejercer una ciudadanía que, lamentablemente, no encontramos. Para tener un Congreso así, mejor no tener nada.

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