Estuardo Gamalero
En un Estado libre soberano e independiente, con un sistema de Gobierno republicano, democrático y representativo, es indispensable que existan mecanismos sociales, legales y políticos que filtren la actividad de los gobernantes y de las instituciones en que éstos se desempeñan. Filtros al Poder Público son: La Corte de Constitucionalidad; el Ministerio Público; La Procuraduría de los Derechos Humanos; la Contraloría General de Cuentas y el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Como dije en una columna anterior, la separación de poderes no solo es una garantía del Estado de Derecho, sino un filtro que impide el abuso y la concentración del poder.
Pregunta: ¿en Guatemala los filtros funcionan depurando el sistema, como photoshop para distorsionar la realidad político-jurídica, o como coladores de piedrín y arena?
Si hacemos una analogía entre los filtros que apartan impurezas, con los filtros de nuestro Estado, ciertamente podríamos decir que los mismos colapsaron hace varios años y lejos de cumplir con su función, hacen el opuesto: incrustan a la gente incorrecta y la dejan actuar en detrimento de la nación. Interesante también, es darnos cuenta que el efecto de esos filtros legales y políticos, pareciera más bien el de los filtros fotográficos, pues consiguen distorsionar la realidad y logran engañar a la población con la falsa apariencia, que el actuar del Gobernante está OK.
Hoy me quiero referir al TSE, institución que considero el primero de los filtros de la Democracia y quizás el único en el que incide directamente el ciudadano a través del Voto. El TSE, tiene a su cargo la organización de las elecciones y la fiscalización permanente de las organizaciones políticas. Dichas tareas son vitales para la continuidad de la democracia. No obstante, tiene otra labor de suma trascendencia y como dice la Constitución, es velar (a favor de los ciudadanos), por la “pureza del proceso electoral”.
Me llama la atención que el artículo 136 de la Constitución utilice la palabra “pureza”, y por ello trataré de definirla en el contexto que estamos mencionando: la pureza se refiere a algo libre de contaminaciones; la pureza exalta el valor de lo justo y la cualidad de lo que es correcto. Fácil resulta entender, que el TSE sea un filtro de la democracia, el cual debería evitar que malas personas busquen ventajas incorrectas y eventualmente se postulen a cargos de elección popular. Así también, debe fiscalizar que los recursos económicos que llegan a las organizaciones políticas tengan una lícita procedencia y no sobrepasen los límites legales. El ciudadano por su parte, debe filtrar a través de su voto a las malas opciones, a aquellas personas y organizaciones que han abusado del Poder y se han enriquecido indebidamente.
Considero que uno de los primeros parámetros que debemos filtrar, es la honorabilidad de los candidatos que llegarán a cargos públicos. La honorabilidad es una cualidad de reconocimiento público y se ampara en la transparencia del actuar, en el respeto de las leyes y no en el desafío de las mismas. Una persona honorable transmite confianza, no pretende ventajas ilegales, no se aprovecha de la ignorancia de las personas y mucho menos, de la vulnerabilidad de las instituciones. El TSE, como máxima autoridad en esta materia, tiene plenas facultades para apercibir a las organizaciones y a sus dirigentes, que se abstengan de distorsionar la “pureza del proceso electoral”, bajo el entendido que de no hacerlo, el requisito indispensable de “la honorabilidad” no se está cumpliendo y por lo tanto, tendrían impedimento para participar en el proceso electoral.
¡Guatemala necesita mejores filtros!