Eduardo Villatoro
De esa cuenta, en recientes actuaciones de los parlamentarios se agotaron los epítetos para calificarlos mediante el uso de palabras, frases y conceptos relativamente decentes susceptibles de escribirse sin recato en los medios impresos, sin faltarle el respeto a los lectores acostumbrados a un léxico respetuoso, como cuando los hiperbólicamente llamados legisladores, con unas rarísimas excepciones, resolvieron casi por unanimidad otorgarles poderes ilimitados a corporaciones televisivas y radiofónicas, al haber reformado, sin previa discusión parlamentaria y menos haber tomado en consideración el pensamiento y sentimiento de grupos de la sociedad civil, la Ley de Radiocomunicaciones.
Algo similar intentaron los congresistas con la llamada Ley Monsanto, pero la presión de los variados sectores sociales y económicos, incluso patronales, fue tan intensa, que los pretendidos representantes del pueblo se vieron obligados a anular la normativa que había sido aprobada incluso con el desvergonzado voto de grotescos parlamentarios de una minúscula e hipócrita izquierda tan facinerosa como una cualquier bancada de derecha.
El colmo ha sido el contubernio entre congresistas del Partido Patriota, que no tienen escrúpulos de aliarse con cualquier grupo político ávido de obtener ventajas y ganancias económicas, y diputados de la organización denominada Lider, para integrar un bloque común en su afán de controlar el Organismo Judicial, olvidándose o haciéndose los disimulados de recíprocos insultos, incluyen veladas menciones nada honoríficas de sus veneradas madres.
Como escribo estos apuntes con días de anticipación, ignoro si la de repente admirada Corte de Constitucionalidad, y espero que no sea muy efímera esa emoción, ha confirmado el amparo provisional concedido a organizaciones y personas que persiguen la anulación de la confusa y presuntamente dolosa elección de magistrados de la Corte Suprema de Justicia y Salas de Apelaciones, pero de lo que estoy convencido es que los diputados de la bancada Lider se despojaron del antifaz y mostraron todo el cobre que los recubría en su falsa condición del mayor partido de oposición.
En algún momento, determinados grupos de inclinación progresista llegaron a pensar que el doctor Manuel Baldizón, presidenciable del partido Lider, podría aglutinar a los sectores populares, como en su tiempo ocurrió con el entonces candidato presidencial Alfonso Portillo, pero ahora se han llevado un soberano chasco, porque el petenero propietario de esa agrupación política dejó al margen su discurso populista y optó por tomar una ruta que días antes parecería impensable, es decir, convenir una alianza con su aparentemente irreconciliable enemigo.
(El peatón Romualdo Tishudo leyó este grafiti: La diferencia entre vulgares ladrones y rústicos políticos, es que los primeros escogen a sus víctimas, mientras que los otros son los votantes los que los eligen).