Juan José Narciso Chúa

La justicia se encuentra en un entredicho sin precedentes –solo el intento de golpe institucional de Serrano–, puede ser un equivalente, pero hoy se han recorrido 22 años de tal intento fallido, pero hoy es otra cosa. El de hoy no llega a ser un rompimiento democrático explícito como en aquella época, pero sí representa un quiebre en el derrotero de la democracia en sus 28 años de vigencia, que puede resultar positivo, pero también muestra sus facetas negativas.

En lo positivo puede significar una apertura a la decencia, en cuanto se requiere de personas probas, honestas, profesionales y, reitero, decentes para la administración de la justicia y la aplicación del derecho. No es nada más de ser profesional del derecho como instrumento, pues la investidura profesional no se afana por profundizar el Estado de derecho, sino responde a intereses sectarios, espurios, oscuros y que apuntan a continuar con actuaciones adecuadas a las circunstancias políticas, a las presiones sectoriales, a la influencia del dinero, enseñoreándose en fortunas mal habidas y una vida de placidez sobre bases podridas.

Hoy la palabra es de dignidad. Un camino que abrió la jueza Claudia Escobar, quien con valentía se atrevió a dibujar un camino diferente para la justicia para que la decencia, la dignidad y el profesionalismo impere y se acaben los togados venales y vendidos al mejor postor. También ello significa acabar con el tráfico de influencias de los políticos para enmendar procesos, juicios y fallos, adulterando la justicia pronta y cumplida para convertirla en sentencias torcidas, litigios ad eternum, tal como actuó indecente e indignamente un expresidente del Congreso, diputado permanente y quien flagrantemente movió su influencia para conseguir un fallo para la actual Vicepresidente.

También es un golpe de decencia a las cortes y a los togados en ejercicio. El movimiento propiciado por una colega, busca retomar el camino de la ética profesional, a la calidad de abogado para profundizar el estado de derecho, no para mantenerlo vinculado a grupos de poder y hasta el crimen organizado. Los y las colegas jueces y magistrados de la abogada Escobar saben que es un momento álgido, pero no sólo para las cortes, es un hecho delicado para el país, significa un cambio que puede generalizarse a otros ámbitos y recrear un efecto dominó que termine con las actitudes mafiosas de políticos, empresarios y criminales de cuello blanco que buscan instrumentalizar la justicia, sin la menor vergüenza para reconocer que con ello el país es arrastrado aún más a terrenos pantanosos, de los cuales se hará difícil salir y que incluso puede llegar a hundir una sociedad que busca mejores perspectivas y un futuro distinto para las nuevas y actuales generaciones.

Este golpe de dignidad, este recurso para la dignificación, este manotazo a la impunidad, el continuismo y el privilegio, se hace dentro del marco del Derecho, sin violentar, sin recurrir a la compra de voluntades y jueces, sin presionar por medios oscuros a personas, por ello lo debemos de apoyar y ojalá constituya un parteaguas en el ejercicio de una democracia que busca mejores rumbos y todas las personas desean un mejor país para vivir. Apoyemos este golpe de la dignidad.
*Quiero felicitar públicamente a mi viejo y querido amigo Julio Suárez, quien ha sido nombrado Presidente del Banco de Guatemala, un merecido reconocimiento para toda una vida de ejercicio laboral en la banca central. Salud, Julio.

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