Miguel Saquimux Contreras

No importando la perspectiva utilizada, hay que reconocer que en cierta medida, el presidente de Ecuador –Rafael Correa- avivó este pensamiento en su última visita al país, en donde afirmó categóricamente que el verdadero nombre de la Economía es “Economía Política”, puesto que, siempre debe hacerse un análisis de correlación de poderes en los sistemas. Más allá de pensar, en si dicho personaje goza de nuestra simpatía, debemos dedicar nuestro tiempo a realizar un ejercicio mental para comprobar si esto se cumple, o a corroborar, que esto tal vez sólo es parte de una retórica más, de ciertos grupos que están fuertemente influenciados por la ideología a la que relacionan a este líder político.

Entonces, debe comenzarse con una revisión a lo que está aconteciendo en nuestro país, y al mismo tiempo realizar un análisis comparativo, para verificar si lo que pasa en la política obedece a la economía y viceversa. Antes que nada hay que describir el sistema económico, y después verificar si la política coincide con las principales características de este modelo implementado en la economía.

De antemano se sabe que varios de los sectores operan en un mercado de competencia monopolística, pero, que las principales actividades productivas no se rigen bajo esa estructura de mercado; sino más bien están en un oligopolio y monopolio, obstaculizando así la entrada de nuevos oferentes a la competencia. Lo anterior acontece en el sistema económico, ahora hay que darle una revisión a la contraparte política, y coincidentemente ocurre algo similar, porque, si lo vemos desde el punto de vista de los partidos políticos, concluiremos que entre ellos compiten para quedar solos en la contienda, y eso es competencia monopolística; también, cuando se consolidan dos o tres agrupaciones fuertes, ocasionan que otros proyectos se les dificulte el ingreso a la real disputa por la obtención de los puestos de elección.

En la economía guatemalteca, desde varias décadas atrás se les ha otorgado subsidios, exenciones tributarias, facilidad en la ejecución de inversiones, incentivos por exportación y demás privilegios a los sectores que son de alguna manera los consentidos del país. Cuando regresamos al plano político, también ocurre lo mismo, y máxime cuando se manifiesta lo que ha estado en el debate nacional en las últimas semanas. El Tribunal Supremo Electoral se sumergió en el ojo del huracán de todo esto, porque, así como se favorecen en la economía a ciertos sectores, esta institución ha dejado la sensación que hace lo mismo, al darle un trato preferente a los partidos denominados “grandes”, los cuales serían el equivalente del oligopolio o monopolio en el plano político.

De esta manera existe un sinfín de ejemplos y comparaciones, pero, lo que debe tenerse claro es que no existe la duda que la Política es la expresión concentrada de la Economía, y que, mientras la estructura económica siga así de dispareja, también lo seguirá siendo la estructura política de Guatemala.

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