Los actores del proceso, desde los comisionados hasta diputados que emitieron voto, dicen que aunque se decida que se repita el proceso, todo quedará igual porque se hará de la misma manera que la vez pasada. Y eso es cierto, pero hay que decir que cada proceso que se hace, encuentran una manera de mejorar la transa para que el resultado sea de mayor control y mucha más desfachatez para realizar sus pactos.
Podemos ver cómo fue que hace cinco años se enfrentó, a fuerza, la imposición que se había hecho desde los operadores de los Colom y cómo es que, ahora, lo mismo se denuncia contra el gobierno. ¿Hasta cuándo entenderemos que una justicia que tiene dueño ya no es justicia?
Y pareciera que el callejón es sin salida, porque cualquier cambio debe pasar por instituciones representadas por beneficiarios del desorden porque son magistrados que aún deben el favor de su elección, personas que le dan un valor especial al dinero sobre la integridad o políticos que tanto en el Ejecutivo como en el Congreso quieren tener a sus títeres engavetando archivos.
Pero la clave es que la ciudadanía sea quien apriete para que no se tolere ni uno de los desplantes con que nos han tratado para imponernos a esos magos que hacen desaparecer lo que les conviene, mientras manipulan y colocan pruebas que castigan a sus enemigos.
Es esa ciudadanía la que no puede olvidar que en este momento clave es en el que nos quieren convencer de que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala se tiene que ir del país porque ya podemos cruzar la calle solos, pero no nos dicen que hay tráfico en esas calles con pilotos como la estructura de presidios, los diputados manipuladores de las Cortes, los contratistas y proveedores corruptos y los funcionarios que pagan el favor del financiamiento de las campañas, es decir pilotos que nos arrollan aún parados en la banqueta.
Nos debilita la corrupción, pero no hay una sola denuncia de impacto; nos desangra la violencia, pero no hay el mismo número de sentencias que muertes por día; la gente se muere de hambre, pero los políticos siguen creyendo que son monarquía. Es el momento de cambiar el país.