Carlos Figueroa Ibarra

En esta coyuntura no puedo sino reflexionar que la política es un arte y algunas de sus verdades tan sencillas a menudo las olvida la izquierda.

En primer lugar podemos decir que la política es el arte de sumar fuerzas y la antipolítica es el arte de restarlas. Para sumar fuerzas es necesario saber quiénes son nuestros enemigos principales, quiénes son nuestros adversarios circunstanciales, quiénes son nuestros aliados permanentes y quiénes lo son de manera temporal. Esto es muy sencillo y muchas veces la izquierda no lo aprende. La derecha sí lo sabe muy bien.

La política es la combinación equilibrada y virtuosa de los principios con el pragmatismo. Si solamente nos quedamos con los principios, haremos discursos y no política. Si solamente nos quedamos con el pragmatismo, nos volveremos oportunistas.

La política es el oficio de soñar con lo que es imposible hoy y al mismo tiempo saber luchar por lo que ahora es posible. Buen político será quien lúcidamente sepa hacer la distinción entre una y otra cosa.

En política los enemigos son reales y los amigos no tanto. Esto es porque la política no solamente son afectos, sino también intereses (legítimos o ilegítimos).

En política forma es fondo. A veces vale tanto la forma en que decimos las cosas, como el contenido de lo que decimos. En política no existen vacíos, siempre alguien los llena. Por ello, en política el abstenerse casi siempre es una tontería. Esto lo dijo el gran ideólogo del PRI y estudioso del liberalismo mexicano, Jesús Reyes Heroles.

En política quien se enoja pierde. Las emociones son buenas, pero más aún la racionalidad. La pasión debe mover a la razón, pero la razón debe gobernar a la pasión.

La política es el arte de la negociación, ceder en lo que consideramos secundario y ser intransigente en lo que nos es fundamental.

En política ni los amigos ni los enemigos son para siempre, todo depende de las circunstancias que estemos viviendo. Por lo tanto, en política (acaso también en el amor) nunca hay que dejar las puertas totalmente cerradas.

En política el poder más fuerte es el que se sustenta en la autoridad moral. El más débil el que lo hace en el miedo. El político o política que trascenderá será el amado y respetado, no el temido.
La izquierda a menudo se equivoca de enemigo. La derecha nunca lo hace.

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