María Eugenia Mijangos Martínez
Entonces es claro que los partidos deben durar y consolidarse, para estar en posibilidad de conseguir el fin último que persiguen que es obtener el poder mediante el apoyo popular manifestado en las urnas. En un Estado de derecho, los partidos políticos son indispensables, puesto que expresan el pluralismo político, concurren a la formación y expresión de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Estos primeros conceptos nos hacen caer en la cuenta no solamente de la gran importancia de la existencia de los partidos políticos, sino también del papel fundamental que están llamados a desarrollar en la evolución democrática de los países.
Para lograr desarrollar apropiadamente sus propósitos y funciones, los partidos políticos deben estructurarse y mantener labores constantes de investigación y estudio sobre los diferentes aspectos de la sociedad y de los problemas nacionales, para estar en la posibilidad de desarrollar programas de gobierno y propuestas adecuadas; al mismo tiempo deben destinar buena parte de sus esfuerzos al fortalecimiento y expansión de sus estructuras partidarias en los territorios de los países y a la capacitación constante de sus afiliados. Además la creación de los partidos y el ejercicio de sus actividades serán libres y su estructura interna y funcionamiento han de ser democráticos, pero como todo ente social, individual y colectivo deben desarrollar sus actividades enmarcadas en la ley.
Su existencia está fundamentada en el ejercicio de la libertad de asociación, es claro que no tienen naturaleza de poder público ni son órganos del Estado, por lo que el poder que ejercen se legitima sólo en virtud de la libre aceptación de sus estatutos y por tanto sólo puede ejercerse sobre quienes, en virtud de una opción personal libre, los asumen al integrarse en tales organizaciones.
Los militantes de los partidos tienen derecho a ser electores y elegibles para todos sus cargos, a estar informados sobre sus actividades y situación económica, y a concurrir para formar sus órganos directores mediante sufragio libre y en la mayoría de los casos secreto, aunque no resulta preciso que sea directo, en esto tiene particular importancia que exista una verdadera democracia interna en los partidos políticos. Los partidos tienen derecho a obtener ayuda financiera del Estado, a utilizar los medios de comunicación públicos y a constituir coaliciones o agrupaciones electorales.
Además todas estas actividades en todo Estado de Derecho, deben estar bajo la regulación del órgano electoral, que debe vigilar y garantizar que las actividades de los partidos políticos se desarrollen con apego a la ley, lo cual reviste menor o mayor complejidad dependiendo del comportamiento enmarcado o no en la ley de los partidos políticos.
En las democracias, los partidos políticos, son los principales articuladores y aglutinadores de los intereses sociales, mediadores entre los grupos de la sociedad y el Estado, luchando por el poder político y tienen mucha influencia en la formación de la voluntad política del pueblo, principalmente a través de los procesos electorales.
Los partidos políticos surgen después de la sociedad tradicional o feudal y la industrial, porque el mundo burgués, posterior a las revoluciones en Inglaterra y Francia, necesitaba de nuevas formas de organización política que sustituyeran a las estamentarias o corporativas, de tal forma que se evolucionó a formas dependientes de grupos políticos organizados en el parlamento, con reglas claras para la circulación de la clase política.
Esta sociedad libre necesitaba de organizaciones funcionales, y de canales de comunicación entre la sociedad civil como ámbito de la libertad de la persona, con derechos inherentes, y la sociedad política o Estado, que articularan intereses entre una y otra, y esto son generalmente los parlamentos, partidos políticos y la opinión pública.
Concluimos en la innegable importancia de los partidos políticos en la consolidación democrática y en la evolución de la superación de los obstáculos al desarrollo, para lo cual se debe aspirar y contribuir a que estos no concentren su actividad en la lucha por las posiciones estratégicas de la estructura de poder del Estado, abandonando las otras tareas que hemos descrito y que son las que pueden fortalecerlos y conducirlos a que verdaderamente se constituyan con legitimidad en los intermediarios de la población con el Gobierno.
En tanto los partidos políticos no tomen con seriedad estas tareas fundamentales en toda la dimensión que necesitan, y solamente se concentren en la lucha por el poder, por medio de actividades principalmente de promoción propagandística, solamente lograrán ser efímeros poseedores del poder, sin contribuir sustancialmente al desarrollo socioeconómico y democrático de nuestro país.
Las complejidades de las sociedades actuales, la agudización de problemáticas de difícil solución, la penetración de intereses y poderes ilegítimos en las contiendas electorales, y la proliferación de la corrupción y el clientelismo, hacen que los partidos se deslegitimen y se conduzcan como simples vehículos electoreros, todo lo contario de lo que necesita Guatemala, para poder superar las graves carencias de la población, y el atraso democrático, tecnológico y económico que nos sigue distinguiendo.