Juan de Dios Rojas

Tienen inscritos en los infolios patrios, auténtica acción de verdadero heroísmo que aparejan trechos honoríficos, grabados con letras imborrables que tendrán más y más valor, tras hazañas imponderables, en el corazón de millares de beneficiados, justo al instante mismo de innumerables emergencias. Sin el debido enaltecimiento de los diversos estamentos guatemalenses.

Vale la pena reseñar, a título de grandeza, cómo a iniciativa feliz, oportuna y de un diplomático, concretamente el Embajador de Chile, la idea de organizar el grupo de Bomberos Voluntarios. Sobre todo un aldabonazo en la conciencia del colectivo, aparte de nada más ser simples espectadores; al contrario, su ejemplo tuvo respuesta con cooperación de hermanos unidos.

Unidos en los instantes merecedores de festejar con entusiasmo desbordante pero mucho más unidos en ocasiones de dolor, fortaleza espiritual y material en dimensiones extraordinarias. Cobró vida el representante chileno, digno de un pedestal perpetuo, a título de respuesta patente. Hoy en día los Bomberos Voluntarios (así, con mayúsculas) siempre tienen crecimiento efectivo.

Mediante donativos fuera de serie, a la cabeza el vecindario positivo y responsable, junto al honor y grado superlativo con que se les profesa y agradece en extremo, la institución muestra su extensión en el interior del país. Creo, salvo carencia de datos, son incontables municipios dotados de ambulancia, insumos de primeros auxilios, además de instalaciones físicas.

A menudo contemplamos con dejo de tristeza que los propios bomberos instalados en calles o cruceros estratégicos citadinos, con alcancías al canto piden ayuda económica, secundados por los cooperativistas que hacen eco del llamamiento. Sin embargo, carecen del apoyo directo del Estado, mediante el presidente de turno, cuya sordera afecta bastante la labor en mención.

Es hora ya que en el Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado figuren las partidas correspondientes en favor de los connacionales, imbuidos de patriotismo y decisión por prestar el ¡presente! que mitiga en demasía la pérdida sufrida por los chapines, que a semejanza del Ave Fénix se levantan pronto de la ceniza, dispuestos a empezar de nuevo el trabajo.

Que no continúen marginando a una de nuestras instituciones meritorias y superhumanas que presto desempeñan su histórica y humana ayuda. Tampoco deben olvidar el rol de primer orden, semejante a exponer su propia existencia entre llamas, escombros, corriente eléctrica y hundimientos como desplomes de techos, junto a chorros del líquido vital, el agua indispensable.

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