Francisco Cáceres Barrios
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Como bien dijo doña Carmen Aída Ibarra, del Movimiento Pro Justicia, los diputados vieron en la reciente elección de magistrados a un botín político (conjunto de dinero y provisiones que el vencedor toma al caer vencido el perdedor) al demostrar que nunca pasó por su mente elegir a los magistrados encargados de impartir justicia para bien de Guatemala, sobre la base de mejor calidad y formación de los aspirantes, sino siguiendo los principios de la politiquería imperante, prefiriendo hacer la escogencia tomando en cuenta cuál sería la persona que más les convendría en el momento que requiriera de sus servicios, funciones o ejecutorias del mismo orden.

Como si estuvieran de compras en el mercado, se colocaron frente al puesto de la vendedora a sobar, machucar y pesar la fruta y vegetales para que, después del forzoso regateo tomaran la decisión de compra, sin importarles mucho la divisa partidaria, pues cuando se trata de cuidar intereses personales les da lo mismo pasar por encima de sus principios, valores y sobre todo de los intereses del pueblo que se supone debiera defender. Otra vez, tristemente volvió a quedar demostrado que lo único que les importa es que el día de mañana puedan contar con el complaciente servidor a quien poder exigirle un fallo favorable para mantener la impunidad de sus deleznables actos de corrupción.

¿Usted amable lector se habrá preguntado hasta dónde vamos a llegar? ¿Cuál va a ser el límite del cinismo, descaro e impunidad de nuestros políticos? Por los últimos acontecimientos que nos ha tocado presenciar, podemos anticipar que también el presidente Pérez Molina pronto saldrá dando brincos, bailando y pegando desafinados gritos en cualquier mitin político partidario, incluso utilizar cualquier lenguaje chocarrero para impulsar más alegremente la candidatura de su delfín, de su amigo, de su compadre o simplemente allegado a sus filas politiqueras, pues desde los policías, oficiales, jueces y tantos más servidores públicos van a estar dispuestos a seguirle rindiendo pleitesías. ¿Esa es la tan mentada democracia?

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