Martín Banús M.
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Un caso de la vida real: La mujer llega al hogar, busca a su marido en su pequeña oficina donde él trabaja. Le manifiesta su desacuerdo por sancionar durante tres semanas sin carro, a un hijo que ocho días antes, regresó a casa manejando bolo y tres horas después de la hora límite. El marido expresa las razones de su decisión. La mujer insiste en su desacuerdo. El marido le asegura que ya lo pensó bien y que no cambiará de parecer. Pero la mujer nuevamente manifiesta su desacuerdo. Discuten por unos minutos. El marido le advierte que es en vano su insistencia, que ya es decisión tomada y no hablará más del asunto. Pero ella insiste. Él le advierte que ya se está pasando de la raya. Le reitera que no cambiará su decisión. Sin embargo ella, –de pie junto a su escritorio–, insiste e insiste. El marido, –que la esperaba para almorzar–, opta por ignorarla por unos minutos, mientras sigue con su trabajo, pero ella no ceja e insiste una y otra vez… Sintiéndose provocado y desafiado, él opta por levantarse de su escritorio, tomarla por los brazos y sacarla de su espacio, pero ella se voltea y le da una bofetada. Él se la devuelve. En fin, todo termina en los tribunales de familia y en divorcio. ¿Adivine el lector, quién será el acusado por maltratador?
La idea del maltrato es vaga. Maltratar es tratar mal o dar un trato inadecuado a algo o a alguien. Por tanto, acusar de maltrato puede decir mucho o muy poco. No proporcionar una tarjeta de crédito, ha sido motivo de denuncia de maltrato…
La violencia de género en Guatemala es una de esas aberraciones judiciales en las que la mujer siempre es víctima, siempre es inocente y siempre gana.
La desigualdad de derechos entre hombres y mujeres es precisamente la evidencia de que, desde la ley y desde los juzgados de familia, –ya sea consciente o inconscientemente–, se discrimina a la mujer. Tanto legisladores como juezas, por considerar de menos a la mujer, quizás más bruta, ingenua, torpe, débil, ignorante, o quién sabe, es que judicializan sesgadamente contra el marido, pretendiendo compensar así, esa desigualdad e inferioridad que solo ellos ven en la mujer… ¡Está clarísimo!
Por el contrario, quienes vemos a la mujer como igual en dignidad y respeto, en oportunidad e inteligencia, somos los que nos extrañamos ante tanta desigualdad e injusticia. ¿por qué?
Cuando un hombre es acusado ante la fiscalía de “Crímenes contra la Mujer”, por maltrato o agresión, es prácticamente un caso perdido. La palabra de él es sólo un requisito de forma. Lo que ella diga será la “verdad” ¿Quién contra las mentiras y las lágrimas de una pobre y sufrida mujer, no digamos si se auto-ocasionó algún moretón? Casi todos los jueces y trabajadores sociales son mujeres (por cierto, otra desigualdad). Todo este cúmulo de circunstancias conlleva a sentencias en las cuales, algunos hombres al ver su vida destrozada por mentiras e injusticias, sin derecho a ver a sus hijos, sin casa, desprestigiado, etc., son inducidos por el mismo sistema judicial, al asesinato y al suicidio.
Las viles agresiones físicas del hombre a la mujer son las más evidentes y frecuentes, cierto, pero no las peores necesariamente. Con frecuencia el maltrato psicológico y la humillación frente a terceras personas, deja las peores secuelas. La mujer maltrata emocional y psicológicamente. Suele deformar los hechos, agrede sentimental y emocionalmente, practica el chantaje sentimental, difama y critica en su ausencia, al padre de sus hijos, provocando estos efectos incalculables e imperecederos, no solo dentro de la familia, sino en la sociedad misma.
También suele desprestigiar y ridiculizar al marido ante amigos, familiares y a veces hasta dentro de su mismo ámbito de trabajo. Se trata de las mismas mujeres esquizoides que suelen malcriar o dar tremendas palizas a los hijos. Pero el marido casi nunca denuncia estos hechos, probablemente porque no lo tiene siquiera como una opción, o quizá porque supone que denunciar a su mujer es algo inaudito y risible en el medio. Por cierto, una Fiscalía del Hombre, es obvio que nunca habrá… ¡Otra desigualdad!
Se debe agilizar el trámite legal del divorcio para quienes así lo desean y confirmen oportunamente. También se debe hacer consciencia entre los jóvenes, sobre la verdadera naturaleza del matrimonio y sus compromisos, así como de los extravíos que existen sobre la idea del amor…
¡Todo sea por la armonía familiar!