Carlos Figueroa Ibarra

A lo anterior hay que agregar que Morena ha emprendido una campaña para lograr que el año entrante se realice una consulta popular para poder revertir la reforma energética que ha privatizado el petróleo en México. Para ello, se tenían que juntar aproximadamente 1 millón 600 mil firmas comprobadas con el número de credencial de elector. Morena recabó 2.822,749 en un despliegue de sus activistas a todo lo largo y ancho del país. En su discurso al Congreso Nacional Extraordinario, López Obrador reseñó los objetivos de Morena en el caso de que conquiste el poder a través de la Presidencia de la República y las cámaras legislativas: se abolirán todas las reformas estructurales del régimen, “como la educativa que afecta a los maestros, la laboral que afecta a las y los trabajadores, la fiscal que afecta los consumidores y sobre todo la energética, para seguir defendiendo los recursos que son del pueblo por derecho”.

Morena nace en el contexto de una crisis de los partidos de izquierda ya constituidos. El principal de ellos, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) desgraciadamente mostró que es irreformable. La predominancia de la corriente Nueva Izquierda (coloquialmente denominada “Los Chuchos” aludiendo a sus dirigentes Jesús Ortega y Jesús Zambrano) llevó al partido por una senda de corrupción y alianzas vergonzantes y algunas explícitas con el PRI y el PAN. El desprestigio del PRD es grande aunque justo es decir que cuenta en su militancia en base, cuadros intermedios y dirigencia nacional, elementos valiosos que tendrán que pensar en su futuro político si Morena consolida su perspectiva creciente. Morena tiene en la ética política el eje vertebral de su proyecto: la no reelección de sus dirigencias, la inexistencia de salarios para sus cuadros, el concebir al poder como virtud solamente si se pone al servicio de los demás, el rechazo a las alianzas vergonzantes o abiertas con los partidos neoliberales. Esto lo está convirtiendo en un partido atractivo para una ciudadanía harta de la venalidad de los políticos y de la política.

En las elecciones del 7 de junio de 2015, Morena tendrá su bautizo de fuego. Irá sin alianzas a ese proceso electoral, porque la ley indica que así debe hacerlo para demostrar que cuenta con la cantidad de votos suficientes para mantener el registro. Morena no puede conformarse con obtener el mínimo electoral para su sobrevivencia como partido. Tendrá que obtener una votación de dos dígitos para colocarse en el camino de la conquista de la presidencia como primer paso en la senda de la conquista del poder político. Desde Salvador Allende sabemos que ganar la presidencia no es ganar el poder.

He aquí la senda de Morena, el tiempo dirá si podrá recorrerla firmemente.

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