Las negociaciones que conocemos son las que se basan en la mordida o la corrupta práctica de la partición de beneficios. No somos capaces de encontrar el método para sentarnos a la mesa con la convicción de que hallar el acuerdo es la misión y de que habrá puntos en que, sin traicionar los principios, se pueda ceder con tal de facilitar un resultado de beneficio común.

Pero una parte fundamental de esta situación es que en Guatemala no contamos con líderes reales que vengan con una representación auténtica al plantear las necesidades de sus grupos y, con base a ello, tener la fortaleza y compromiso en la obtención de acuerdos. Por lo general las representaciones se usurpan o son inexistentes, lo que imposibilita trasladar el acuerdo a una base inexistente.

Muchas veces se considera que el buen negociador termina siendo el que no cede y logra la imposición. Vemos cómo es que por historia y, más marcado, desde el conflicto armado interno, las posiciones se han radicalizado y nos impiden entender que un país que se mueve sin reconciliación y sin el acuerdo hacia el desarrollo, sigue tirando la pita para ambos lados sin avanzar una pulgada.

Los mejores líderes fueron asesinados durante la época del conflicto en ambos lados ideológicos y eso nos dejó con generaciones que ideológicamente se radicalizaron y que en la práctica no tenían la representación más que de unas pequeñas cúpulas que han logrado un control realmente espurio.

Pero lo peor de todo es que estamos haciendo la transición generacional, pero las mañas y las prácticas siguen siendo las mismas. No podemos ver un futuro prometedor sino que estamos a las puertas de ratificar que las prácticas que nos mantienen al menos en la discusión de ser un Estado fallido, considerado ampliamente corrupto, desigual, impune y violento, están vigentes y fortaleciéndose.

Nos urge encontrar la forma de lograr acuerdos, entendiendo que no tenemos necesidades ni ideas iguales y que el pasado nos ha marcado un camino de división. Pero también tenemos que recordar que el país no podrá avanzar mientras parezca que nuestra meta es identificar y destruir a los enemigos en lugar de encontrar las vías que nos hagan caminar al desarrollo.

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