Eduardo Blandón

Vivimos tan en la calle, con entes tan desacreditados y enfermos, como el Ministerio de Salud, para mostrar un botón, que actos valientes como en su momento mostró el TSE, merecía una felicitación. También con el propósito de estimularlos y enviarles el mensaje de que no estaban solos en su lucha por poner orden al desmadre de la clase política.

Para desgracia nuestra, el TSE vuelve a sus andadas cuando se muestra permisiva con las tropelías del Partido Patriota. De repente los cinco magistrados se han vuelto filósofos y han decidido postergar hasta el próximo lunes la decisión de sancionar al partido de la impunidad, la rebeldía y el desafío. Necesitan reflexionar, dicen, para tomar una decisión justa.

Hacen el ridículo con poses que no les va. Son payasos cuando meditan sesudamente si lo que conviene al PP sea una multa con US$125 –menos de mil quetzales– o la suspensión por reincidencia. Imagino la devanada de sesos en su reflexión sobre el ser o el no ser del ente patriótico.

La vergüenza, más allá de lo puntual que nos ocupa, es el descrédito de una institución que por momentos dio visos de esperanza. Pecamos de ingenuos al abrirnos a la ilusión por un afecto sin fundamento. No advertimos que la manzana estaba podrida y que dicha corrupción estaba representada por alguno de los magistrados vendidos al Partido Patriota al que hoy pagan favores.

Luego, es poco lo que podemos esperar del TSE. Ya pueden seguir sus cavilaciones que lo que decidan y anuncien para el próximo lunes será más de lo mismo: flojera, tibieza y pusilanimidad. Lo que necesitan los magistrados es un reconstituyente que no se vende en las farmacias para recuperar el valor moral y la fuerza de carácter. Lo demás es pura paja.

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