Mientras voceros del sector privado se llenan la boca diciendo que vamos por el camino del desarrollo porque se está trabajando con las reglas claras, no podemos sino pensar que lo dicen porque está acordado que el trato es hacer el negocio sin importar cómo.

La corrupción, impunidad y violencia nos lleva a ese Estado sin la capacidad de enfrentar la terrible situación de prácticamente la mitad de sus ciudadanos con menos de US $1.50 por día. ¿Será que hay forma de pensar en avanzar en educación con un ingreso como ese?

Y otra gran razón para llegar a esta situación, es ser el peor país en cuánto a carga tributaria. Por supuesto, que esa es otra de las reglas claras que se quieren mantener de parte de quienes miden el desarrollo del país en sus estados de cuenta propios en lugar de los indicadores normales de desarrollo humano, inequidad y pobreza.

Habrá quienes dirán que es muy malo para la inversión extranjera que se diga esto, pero es necesario alzar la voz para que sepan las empresas del exterior que viviendo en las condiciones en las que estamos, es invertir en generar riqueza a base de un sistema prácticamente de esclavitud de ciudadanos, ya que sin importar cuánto crece el Producto Interno Bruto, cada día hay más guatemaltecos con hambre y en peores condiciones de pobreza.

Dicen que nos debe dar vergüenza que tras los años de la CICIG sigamos siendo impunes. ¿Será que no da más vergüenza que tras décadas de conflictos armados y “transiciones” a la democracia sigamos siendo un país que exporta a sus ciudadanos y a sus niños, que hace inmensamente ricos a muy pocos y mata de hambre al resto?

Con estas condiciones, es una burla que nos llamen al optimismo. La seriedad de estos datos nos debería de llamar, como sociedad, a terminar de exigir que las cosas se hagan de manera distinta. Por supuesto, sabemos que en lo que más exitosos han sido quienes controlan el poder y a los gobiernos, es en mantener un pueblo sin capacidad de indignarse ni de reclamar. Simplemente, la mayoría agachará la cabeza y dirá: “Estamos jodidos”, con voz de profunda resignación.

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