Juan de Dios Rojas
En suma, a la vista el ambiente y panorama saca al desnudo la amarga realidad imperante en todas partes del globo terráqueo; parece ser existe una apuesta de parte de sus victimarios sin entrañas tampoco a ganar el título aparte de dramático, vinculante con acciones horrendas, feroces y terribles. Esas escenas oscurecen el entorno y lo truncan en algo inaudito, espeluznante.
Lo dramático concierne al momento que un considerable número de padres de familia son en reiterados casos, rayanos en el renglón de increíble, pero cierto, los mismos progenitores son los principales causantes o cómplices de crímenes, no supuestos, sino los comprobados ejecutores de tan reprochables y carentes del amor debido, sin embargo, en manos de la justicia si lo niegan.
Recalco la denominación de dramática infancia que se cierne sobre la humanidad de la niñez o infancia por cuanto les ha caído sin tregua y un poco de consideración. Malos tratos en el hogar, palizas o algo peor si al retorno callejero llevan los bolsillos vacíos. Ven de menos la condición digna de siquiera un simple: ¡Gracias!, tras hacer malabares algo obtienen en esquinas y lo dejan en el hogar.
Mucho más dramática resulta la niñez, que lejos de un precario desayuno los obligan a ejecutar trabajos de personas mayores. Por ejemplo, las harto conocidas labores de picar piedras, fabricar objetos conteniendo pólvora, por si no acarrear, incluso, llevar en los escuálidos hombros pesados objetos, cuya retribución son miserables centavos para el consumo de la familia borracha.
En el presente la noticia corriente viene a ser que niñas muy menores son violadas de continuo, inclusive resultan embarazadas de los mismos progenitores o distintos elementos del clan familiar, dicho problema social de grandes y graves consecuencias generan traumas psicológicos por el resto de su existencia; lloran sangre tales casos ignorados por la ley quedando impunes.
Un tema de palpitante presencia resulta la migración infantil, no acompañados suelen pronunciar en sitios del entorno nacional, consistente en poblados fronterizos, sobre todo en la región occidental, engañados por los tramposos Coyotes, émulos del averno que destruyen el porvenir de grandes cantidades de patojos en la búsqueda indetenible del «sueño americano”.
Responden los aludidos niños o infantes, que en su propio domicilio no encuentran educación pública, trabajo bien remunerado, la deseada seguridad y tampoco la gratuidad debida en hospitales, Centros de Salud. Huyen de pertenecer obligadamente a las pandillas y maras que les amenazan de continuo. Sienten carne propia encontrarse de verdad en un callejón sin salida.