Hace algunos meses, se supo que Lima podía hacer eventos en los presidios en los que enviaba invitaciones como si se tratara del Hotel de 5 estrellas. Hay diputados que han comentado y reconocido que mantienen una relación con el detenido que, en cualquier lugar del mundo, llamaría a una reflexión y discusión para tratar de entender qué tiene que ver un congresista, por ejemplo, con el privado de libertad con mayores cuestionamientos.

Sin embargo, no es de extrañar que los diputados con total descaro salgan diciendo “sí ¿y qué?” porque están convencidos que su puesto les genera el manto de protección con el que pueden reírse en la cara de la justicia. Y esa desfachatez es de la que tendremos que estar pendientes en el proceso para evitar que pueda hacerse uso del manejo de jueces y Cortes para el beneficio de una estructura que, evidentemente, sabe cómo mandar dentro del sector justicia.

Será conveniente que se siga indagando en este proceso y otros grandes negocios como la venta y distribución de teléfonos, chips y listados de personas para que se lleven a cabo las extorsiones desde el interior de las cárceles o para que se participe en otro tipo de delitos como negociaciones de secuestros, etc.

El problema de las cárceles no se termina quitando el poder a Lima Oliva. Lo que es necesario es que se tome control institucional para poder empezar a instalar un sistema de orden que facilite que presidios deje de ser la universidad del crimen, el centro de convenciones de los mafiosos y la protegida residencia de quienes controlan la violencia y la criminalidad con la que sufrimos los guatemaltecos.

Seguro que hay más personas que forman parte de esta trama y ojalá que los ciudadanos nos sintamos involucrados al entender que la tarea de lograr cambios de raíz en temas como este, depende de nuestra participación y de reconocer que estamos interesados y demandamos que, de una vez por todas y con la Ley en la mano, se le quite el poder a los criminales.

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