Javier Estrada Tobar
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Y justo eso es lo que propone el Gobierno en el proyecto de presupuesto para el 2015, como una medida para financiar el plan de gastos que rebasará los Q71 mil millones, estableciendo un nuevo récord en la historia de las finanzas del país.

Esta deuda se sumaría a la que hasta hoy registra el Banco de Guatemala; Q56 mil 149.6 millones de deuda interna y US$7 mil 001.6 millones de deuda externa, sin contar todos los préstamos y compromisos adquiridos sin control por municipalidades y otras instituciones autónomas.
Ese proyecto presupuestario evidencia que aún no tenemos clara la simple lógica de que no se debe gastar más de lo que se obtiene y además, que estamos adquiriendo compromisos que tendrán que pagar las próximas generaciones.

Si seguimos a este paso llevaremos al país a una situación insostenible, pero para entonces ya no estarán en sus cargos los funcionarios que hoy aseguran que el endeudamiento no afecta la salud macroeconómica del país, y solo habrá ciudadanos endeudados y metidos en serios problemas.

Creo que deberíamos aprender de Argentina, por ejemplo, donde la situación es diferente; el Gobierno reconoció la deuda pública como un problema y se dispuso a pagar todos los compromisos adquiridos en el pasado, desarrollando una política de desendeudamiento.

Aunque la mayoría de acreedores recibieron de vuelta y de buena manera los fondos que prestaron en el pasado, la política argentina de desendeudamiento que busca la independencia financiera no está siendo fácil, pues los “fondos buitres” se niegan a recibir el dinero que prestaron y solo lo aceptarán en condiciones de pago extraordinarias.

A pesar de ese problema, está claro que Argentina comprendió que no podía continuar adquiriendo préstamos y emitiendo bonos, comprometiendo así a sus próximas generaciones a pagar deudas del pasado, porque eso implica arriesgar el orden financiero y seguir atados a grupos de poder económico.

Espero que algún día, no muy lejano, en Guatemala lleguen al poder funcionarios con la capacidad para entender el problema y sobre todo, con la responsabilidad de dar un giro a la política de endeudamiento público.

También espero que el caso de Argentina sea un ejemplo para los países ahogados por sus deudas, así como lo explicó el canciller Héctor Timmerman: «Este gobierno se negó a hacerlo porque las decisiones del juez Griesa son violatorias de la soberanía argentina. Y además son ilegales, porque entorpecen acuerdos de la Argentina con terceras partes que no formaban parte del litigio».

De momento, seguimos adquiriendo deudas para pagar deudas o para financiar el funcionamiento de un Estado, que es incapaz de recaudar sus propios recursos para funcionar y que echa mano de recursos prestados bajo dudosas condiciones.

Un día, tarde o temprano, llegarán nuestros propios buitres a pedirnos pagos inaceptables por la deuda adquirida, y no serán los políticos irresponsables quienes entren en un default, sino Guatemala.

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