Francisco Cáceres Barrios

El boom de la marihuana, se asegura, no deja de crecer, superando hasta ahora el 60 por ciento, lo que significa más de dos mil millones de dólares en ventas pero pronostican mesuradamente que puedan llegar hasta los diez mil para dentro de unos cuatro años. Aquí es donde formulo las primeras interrogantes: ¿Eso es lo que realmente deseamos para nuestro país?; ¿vamos a acabar de una vez con las perspectivas de vida de tantos niños, jóvenes y adultos guatemaltecos propensos a transformarse en viciosos utilizando el pretexto de que la drogadicción es una “enfermedad” y por consiguiente hay que facilitarles el acceso a un producto que lo único que trae es más delincuencia, dolor y sangre?

Pero las noticias provenientes de la sociedad norteamericana que cada día se queja más de las desgracias que ha traído consigo la drogadicción no solo se refieren al éxito de la distribución, venta y consumo de los estupefacientes sino de los “grandes beneficios” que lleva consigo cuando el más grande beneficiado ha sido el fisco estadounidense. Cabe entonces preguntar ¿eso también querrán heredar el general Pérez Molina y la licenciada Baldetti para que quienes asuman su mandato en el año 2015 también puedan cosechar los compromisos que vayan adquiriendo durante su respectiva campaña electoral?

Las últimas informaciones provenientes de fuentes noticiosas extranjeras, confirmadas por nuestra Fiscalía General, indican que los carteles de la droga por su parte no se han quedado de brazos cruzados y que por el eficaz combate logrado por los mejicanos, optaron por nuestro país para radicar su industria, no solo por su envidiable posición geográfica, sino porque nosotros siempre nos hemos caracterizado por ser mucho más “manejables” para emplear un término más acorde a las circunstancias. Y termino de hacer las preguntas, esta vez dirigida a la población guatemalteca: ¿Cuánto tiempo más vamos a seguir con nuestra actitud contemplativa cuando se está tratando de destruir a nuestra sociedad?

Artículo anteriorAtaque a la yugular
Artículo siguienteLa CICIG cumpliendo con su obligación