Estuardo Gamalero C.
ajustandovelas@gmail.com

Si hacemos un símil entre este juego y la estructura económica-política de Guatemala, vemos que hay muchas coincidencias, aunque las reglas del “Monopoly” me parecen bastante más justas y claras, que las de la Chamusca de la vida nacional. En Guatemala, las propiedades y los bienes de producción se encuentran en manos de determinados actores: algunos buenos y legítimos, otros nefastos. El mayor problema en dicho sentido, es que los nefastos y delincuentes parecen ser una especie en desarrollo que ha propiciado que la gente buena sea una especie en extinción.

Las oportunidades bien aprovechadas por la persona, constituyen el factor determinante del desarrollo en un mundo ideal. Sin embargo, cuando las oportunidades son escasas, el individuo se frustra y busca alternativas para saciar sus necesidades. Dicha ambición y a la vez frustración, se canaliza de distinta manera entre una persona recta y una sinvergüenza. Conseguir trabajo formal en Guatemala es difícil, conseguir uno digno y bien remunerado es más complicado (en el área rural especialmente), establecer un negocio nuevo, ahorrar y generar riqueza es complicadísimo y obtener un espacio nuevo en ese “Monopoly” de la vida real prácticamente imposible, salvo que hagamos algún negocio turbio con el Estado, o bien se apadrine a algún político influyente. De lo anterior basta leer noticias, voltear a ver al nuevo vecino con casa y carros lujosos o escuchar anécdotas de alguien que se aprovechó de los recursos estatales.

Una gran diferencia entre el juego de “Monopoly” y la realidad chapina, es que en el primero, no existe el factor político, y quien controla la autoridad y maneja los recursos del juego, es alguien ajeno a los propios participantes. En la chamusca de la vida real, varios actores del mundo político en sus respectivas jurisdicciones y competencias, tienen a su vez, sombrero de jugadores del mundo económico. Asimismo, parece que en la realidad chapina también existe la “tarjeta” para salir gratis de la cárcel.

Así como la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, en un país donde las oportunidades son tan adversas y el cumplimiento de la ley un mito, la distancia más corta para que un pícaro llegue a ser rico, la constituye la corrupción que patrocina el Estado a los deshonestos que le rodean.
A finales del año 2015, serán las elecciones generales y al día de hoy, existen 28 jugadores inscritos (organizaciones políticas y comités) para participar en el “Monopoly 2016-2019”. Es muy importantes que los ciudadanos de bien, tengamos los ojos puestos en dichos jugadores, pues quizás algunos de ellos, con disfraces nuevos, tienen intereses personales que superan y condicionan los valores de la República, e incluso, me da la impresión que utilizan “su” organización partidaria simplemente para negociar cuotas de Poder, o en buen chapín: un pedazo del pastel.

Artículo anteriorLos guardianes de la moralidad guatemalteca
Artículo siguienteLa inversión pública: uso clientelar o instrumento económico