Roberto Lavalle

Ello se debe no sólo al impacto que en ese país no puede menos de tener una publicación del embajador Shoman, persona muy conocida y respetada en su país, sino también a que el opúsculo en cuestión mira a persuadir al pueblo beliceño a votar a favor de que el diferendo sea llevado a la Corte Internacional de Justicia. Con tal fin el embajador Shoman procura asegurar a ese pueblo que dicha Corte rechazará la reclamación de Guatemala, siendo el dictamen de Hudson uno de los bastante numerosos elementos que en su opúsculo el embajador Shoman esgrime en apoyo de esa posición.

Débese por lo tanto, en lo que respecta al dictamen de Hudson, descartarse la política del avestruz.

Lo mismo cabe observar respecto de un dictamen que en 2002 le fue proporcionado a Belice sobre el diferendo. Este dictamen, en el que, curiosamente, no se cita el de Hudson, concluye de la misma manera que éste. Los autores del dictamen son cuatro eminentes especialistas del derecho internacional, entre los que figura Stephen Schwebel, expresidente de la Corte Internacional de Justicia.

De este dictamen, fácil de conseguir, podrán pretender los mal pensados que, por haber sido, sin duda, remunerados por Belice, sus autores tuvieron que concluir de manera grata para ese país. Pero tal idea debe descartase por ser incompatible con la honorabilidad de esos distinguidos profesionales. Es así como a Hudson no lo arredró el que su conclusión no sería del gusto de Guatemala.

De modo que, como en cualquier esfera, en lo que respecta al diferendo con Belice debe descartarse todo oscurantismo, teniéndose en cuenta cualquier opinión que emane de autores serios.

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