María José Cabrera
mjcabreracifuentes@gmail.com

Las cifras para Guatemala, en el tema de Seguridad Alimentaria y Nutricional –SAN– son verdaderamente alarmantes. En América Latina es precisamente nuestro país el que presenta los peores datos en cuanto a malnutrición, a nivel global somos el sexto país. Es por esto que el tema tiene una relevancia altísima, lo que se traduce en la priorización que tradicionalmente ha tenido en la agenda pública, aunque con pocos resultados.

Alcanzar la SAN en Guatemala es un tema de gran complejidad. Según la FAO, para garantizarla, deben existir cuatro pilares básicos: El acceso, la disponibilidad, el consumo y el aprovechamiento biológico de los alimentos, principios que en Guatemala, muchas comunidades están lejos de alcanzar.

A pesar de que en el país, y de acuerdo a la lógica de los cuatro pilares, el problema alimentario no recae tanto en la disponibilidad como en el acceso, es una realidad que las deficiencias en el almacenamiento y la inexistencia de silos adecuados para guardar granos básicos para la subsistencia de las comunidades, así como la falta de previsión, dificulta aún más la posibilidad de alimentarse de los mismos en periodos de crisis como el actual.

En las últimas décadas, el cambio climático ha generado impactos fuertes en la producción agraria. La sequía y las intensas lluvias han disminuido, el abastecimiento de alimentos en la población mundial. Esto repercute a su vez en el alza de precios por la disminución de la oferta de alimentos. Este, es un factor determinante y en el que poco se puede hacer para intervenir directamente, sin embargo se reconoce la capacidad de adaptarse a las nuevas condiciones ambientales y del clima, y la necesidad de tomar las acciones encaminadas a lograr ese objetivo.

La nutrición es un elemento fundamental en el desarrollo de una sociedad. Un país con pobladores desnutridos está condenado al estancamiento, pues no solamente se pone en peligro la vida de los mismos, en casos críticos, sino que además se compromete irreparablemente la capacidad cognitiva y productiva de los individuos si en los primeros años estos no han obtenido los nutrientes necesarios para su desarrollo.

No obstante hay que atender la emergencia como tal, es insostenible seguir tomando acciones tácticas para únicamente paliar las crisis, pues en el largo plazo no se consiguen efectos concretos y se fomenta la dependencia entre el poblador y un Estado paternalista. Entregar alimentos y suplir necesidades inmediatas de los pobladores es ineludible. Sin embargo, una vez superada la situación es obligatorio abordar la SAN como un tema estratégico.

La inseguridad alimentaria es un enemigo acérrimo del desarrollo. La población nutrida tiene muchas más posibilidades de salir adelante en lo individual y lo colectivo. Además, la vinculación de la pobreza y el hambre es innegable, por lo tanto, el abordaje estratégico de la SAN no puede ser postergado. De igual forma, el fortalecimiento de las políticas públicas existentes y las que puedan diseñarse sobre el tema, con mecanismos que busquen lograr regulaciones eficaces desde las distintas aristas que debe contemplar el tratamiento de la Seguridad Alimentaria y Nutricional.

Artículo anteriorACTUALIZACIÓN: Cristiano Ronaldo, mejor jugador de Europa por segunda vez
Artículo siguienteSobre la candidatura de Zury Ríos