Martín Banús M.
marbanlahora@gmail.com

Nos surge la pregunta, ¿cómo pudo Amsa iniciar un supuesto “rescate” del lago y su cuenca, pretendiendo atacar los efectos y dejando que siguiera igual o peor, su contaminación?

El crimen contra Amatitlán viene de siempre. Ya desde los años setentas, don Jorge Ibarra (Q.E.P.D.) lo advertía por prensa y en su famosa revista ‘Historia Natural y Pro-Natura’, describiendo los factores de tal contaminación: Los más numerosos, son los desagües particulares que se drenan directamente al lago con detergentes, jabones, heces fecales etc. Pero los más graves, son junto a los residuos agrícolas a base de fósforo (fosfatos), por cierto ya en retirada, que provocan un desequilibrio entre la flora y la fauna lacustre, los desechos industriales de todas esas 3,193 pequeñas y medianas industrias próximas al lago, entre las que se encuentra más de una granja avícola, ¡esas de grandes huevos…! Además de las otras formas de contaminación como llantas, plásticos, colchones y hasta los perros muertos que una enorme cantidad de imbéciles con “derecho” a voto, acostumbran a verter al lago, ante una autoridad más irresponsable e inútil aun. Para qué entrar a hablar de la deforestación de sus alrededores y de esas especies extrañas de peces como la lobina negra, o “black bass” (Micropteus Salmoides) que han hecho estragos en la fauna autóctona del lago y en su equilibrio ecológico general. Por ejemplo, las famosas mojarras de Amatitlán se acabaron o están tan contaminadas con plomo y mercurio que resultan altamente tóxicas.

Que no entienda el pueblo ignorante, no se justifica, pero se comprende, pero que la autoridad del país y del lago sean ignorantes e inconsecuentes también, ¡eso sí es grave! ¿Quiénes nos gobiernan y quiénes nos han gobernado entonces?

Suponemos que quien está a cargo se ve doblegado seguramente por los “obstáculos” que encuentra en el camino. Ergo, se requiere de una política de Estado y de personas con temple y determinación para resolver este problema, sin excusas que valgan. ¡Amatitlán es vital, óigase bien, para el futuro de la capital! ¿Podemos comprender eso?

“Del mismo cuero deben salir las correas”, o lo que es lo mismo, de las multas (efectivas) a quienes al día de hoy siguen contaminando ilegalmente el lago, se pueden recaudar una inmensa cantidad de fondos para su solución. Más allá de las multas y de la cárcel, se debe recurrir incluso, –y en aras de nuestro futuro–, hasta a la expropiación y subasta de bienes inmuebles que quienes sabotean nuestro patrimonio ecológico.

Sin la iniciativa y el apoyo de las autoridades del país, no sería posible hacerlo, pero hace falta que previamente se comprenda la gravedad del problema, tanto por el gobierno mismo como por la población que contamina. Es en estos casos en los que la llamada “Política de Estado” puede hacer posible que semejantes propósitos sean posibles.

Se requiere de todo el soporte profesional de ecólogos y del diagnóstico general del lago de Amatitlán. Se debe establecer el costo y el tiempo que llevaría recuperarlo y del soporte legal e interinstitucional imprescindible para su rescate. En pocas palabras, se requiere de tecnificación, recursos, voluntad política y de consciencia ciudadana.

Felicitaciones a Paolina Albani, por su extraordinario artículo del viernes 22 de agosto en esta misma tribuna, habla de un vertido en Amatitlán y desde el 2008, equivalente a ¡28,300 camiones de volteo! ¡Eso habla muy mal de todos los guatemaltecos, comenzando por las autoridades mismas! ¡Amatitlán nos pertenece a todos y lo que es más importante, representa nuestro futuro aprovisionamiento de agua! ¡Estamos en una encrucijada!

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