Pero, al fin y al cabo, como ni ellos son los que mandan sino que tienen que cumplir con las órdenes que han recibido, terminarán haciendo lo que ya tienen pactado sin que les importe ni la presión social ni, mucho menos, las decisiones de una corte celestial que en muchas oportunidades ha sido el mejor ejemplo de la manipulación de la ley a favor de los intereses de ciertas cúpulas de poder.

Y la mejor muestra de la desfachatez es el hacer sus reuniones “secretas” en lugares públicos y luego decir unos que sí fueron ellos y otros que no, porque al fin y al cabo que nada cambiará ante la ciudadanía que está, lastimosamente, acostumbrándose a que le vean la cara sin que se incremente la indignación por el trato que se nos da.

Por eso es que agradecemos el esfuerzo por obligar a los comisionados a hacer al menos evidente las transas que hacen, pero no queremos caer de optimistas o pecar de inocentes creyendo que se está cumpliendo con un método adecuado para que se logre un procedimiento de beneficio a la institucionalidad del país por medio del nombramiento de los profesionales con la más alta capacidad y, sobre todo, con un claro compromiso por la justicia.

Otro gran efecto de esta práctica de la manipulación y la imposición es el contagio que se está sufriendo sobre toda Comisión de Postulación, tal y como está quedando en evidencia con las acciones que la Contraloría General de Cuentas de la Nación está haciendo para presionar en la futura elección de contralor.

Parece imposible pensar que quienes están llamados a vigilar por el ordenamiento legal del país y por la fiscalización y el buen uso de los recursos públicos, son quienes nos vienen a demostrar que estamos en manos de los poderes ocultos, de los que se encargan de hacer que cambien las cartas de la baraja sobre la mesa sin que nadie las toque, porque son tan poderosos que no hay forma de demostrar el truco. Entre unos y otros, el futuro del país se ve igual de oscuro y controlado por los mismos. ¿Qué cambiará?

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