Eduardo Villatoro

Mientras el islam extremista te llena la cabeza de propaganda musulmana y te horrorizan las fotos de niños palestinos muertos en Gaza, los fanáticos terroristas de Hamas y sus secuaces permanecen impunes, hasta en las propias naciones europeas de profunda tradición católica o en ciudades británicas y norteamericanas de raíces protestantes, pretendiendo imponer sus costumbres y exigiendo derechos que ni ellos mismos aceptan en sus países de origen.

Probablemente tú eres cristiano (católico o evangélico) y sales a la calle a manifestar y defender al islam fanático contra el monstruo sionista, semita, judío, israelí, israelita o como quieras llamarlo; pero sólo eres instrumentalizado por los yihadistas, los hamases y otros de la misma calaña, que te consideran poco menos que un perro. Y tú callas.

Porque su sistema de propaganda es uno de los mejores del mundo, siempre aparecen como víctimas; pero ellos masacran a miles de cristianos en los países árabes, sean católicos romanos o católicos ortodoxos, o protestantes de distintas denominaciones y también a comunistas, porque para los musulmanes extremistas el que no comulgue con la doctrina del islam es un “enemigo infiel” que debe ser asesinado sin previo juicio. Y tú callas

Ellos queman pueblos cristianos enteros en África; lapidan a mujeres de su propia raza únicamente porque sus maridos sospechan de su infidelidad; obligan a niñas de 10 años de edad y menos a casarse con hombres que podrían ser sus abuelos; no les permiten que se descubran la cara, menos el resto del cuerpo; les impiden que vean televisión; queman vivos o ahorcan a los homosexuales. Y tú callas.

Son los mismos que matan a niñas que han sido violadas por otros musulmanes, para limpiar el honor de su familia; ellos decretan la infibulación (mutilación genital) de mujeres. Posiblemente has visto escenas en las que cortan las manos de pequeños niños hambrientos, por robar un pan; has visto enviar a sus hijos cargados de explosivos para matar a infieles. Y tú callas.

Los has visto matar a chiquillos con un tiro en la cabeza y sepultar vivos a otros niños por ser cristianos. Has leído sobre las acciones terroristas en ciudades mayoritariamente católicas o protestantes. Y tú callas.

¿Qué excusa tienes? ¿Cómo lo justificas? ¿La sangre musulmana vale más que la sangre de tu propia gente? ¿No has visto en la TV los incendios provocados por fanáticos musulmanes en París? ¿No ves cómo se van apoderando de Europa, Sudamérica y hasta de ciudades de Estados Unidos? ¿Permanecerás callado cuando su influencia, poder e intolerancia llegue a las puertas de tu casa?

(El escéptico Romualdo Tishudo cita a la escritora Isabel Allende: -El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla).

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